lunes, 15 de febrero de 2010

Oh, I buried you today.

Cuánto hacía que no me metía aquí, te tenía abandonado, querido blog.
Además de exámenes que me tuvieron ocupada de octubre a ahora, tuve una serie de revelaciones (...¿Revelaciones? Suena fatal... Digamos que me di cuenta de cosas).
Me di cuenta, tal vez de lo más importante, que es darme cuenta de a quién importo de verdad; quién me trata bien y quién no; y es que ahora directamente no tengo ganas de estar con quien no quiero estar. Ha sido todo muy rápido. Pero el cambio lo ha merecido, no lo cambiaría por nada.
Sé que no estoy siendo clara, pero buéh, yo me entiendo, y tampoco es cuestión de dar detalles de mi vida en el blog, recordemos mi primera entrada... Jeje.
Pues eso, que a veces las cosas, nuestra vida incluso cambia, y sentimos pánico al principio "Oh, ¿Qué haré? ¿Aguantaré? ¿Aunque sea sola?", según va pasando el tiempo, puedas ver que eres capaz de sorprenderte a ti mismo de tus propias cualidades, cosas de las que antes no podrías estar seguro que fueses capaz de hacer.

Errores... Uno por sí solo puede que lo pases por alto... Al segundo te vas fijando más. Pero el rencor sigue ahí. Al tercero ya no eres indiferente. Y a partir de ahí ya no cometes más errores, al menos ESOS errores, siempre es posible que cometas otros, claro, pero ésos no. Ya no.
A partir de ahí te independizas de ellos. Y sobre todo, aprendes y maduras. Y dejas de echarte mierda encima.
Tal vez sea eso el que me vea con tanto autoestima últimamente, no es que me vea superior a los demás, ni mucho menos. Simplemente me empiezo a querer a mí misma. Yo no tengo por qué pagar los defectos de los demás; no tengo por qué aguantar a quien su único propósito sea hundirme; no quiero sacar conlusiones que puedan ser equívocas, tales como la envidia o similares, porque es algo incierto, y si no tengo ni idea, prefiero dejarlo en el aire.

Y ante todo, no soy quién para juzgar. Pero sí soy quién para opinar. Y no me pienso quedar callada.

lunes, 28 de septiembre de 2009

*Capítulo 14a: Dance of death

*Capítulo 14a: Dance of death

Estaba tumbada en mi cama, totalmente estirada, en ropa interior y mirando al techo. Ryan se había ido, me había acompañado hasta la puerta y se fue casi corriendo. Eran ya las ocho. Unas llaves se escucharon por todo el piso en silencio. Por fin Vi volvía. Pero estaba exhausta, y, aunque tenía mucho hambre, mi cuerpo quería que me quedara donde estaba y dormir muuucho tiempo.
- ¿Jazz? ¿Estás? Te he estado llamando.
- Estoy en mi cuarto.
- ¿Estabas... “fockupada”?
- Ajá –miento.
- Luego somos nosotros los conejos.
- Eh, que yo me voy en un mes – dije cuando ella ya había llegado a mi habitación.
- Ya tonta, era coña
- Suponía.- dije mirando al techo.
- Yo creo que te mola mucho. Pero mucho, mucho. Tirando a amor...
- ¿Amor? Venga y... – pensé un momento – Bueno, no sé; no esto muy segura, pero sinceramente creo que sí, que le quiero.
- Oooh... ¿Y él a ti...?
- No creo, sólo es un rollo...
- Pero é parece quererte.
- No te creas...
- Uy que no me crea! Eso se nota... Love is in the air... –cantó.
- Yo no le veo enamorado…
- Pues yo sí.
- Siempre tienes que tener tú la última palabra, eh.
- Es por mi frustración, ya sabes; mi hermana siempre tenía la última hostia.
- Ay, tu hermana –reí.
- Sí... la echo de menos.
- Cierto, ya no tienes a quien te pegue ni a quien pegar. Ah, ni a quien insultar.
- No, eso último es mentira, la llamo todos los días y me lo paso en grande.
- Ya te vale.- digo pegándole un cojinazo en la espalda.
- Cambiando de tema de nuevo, os queréis los dos y punto.
¿Veis? Siempre tiene que ser lo que ella diga...
- Ay, que pesada eres – zanjé el tema.
Estuvimos un rato en silencio, pero lo interrumpí al acordarme de su relación con Brendon.
- Eeeeh... – dije con voz insinuante, moviendo las cejas.- ¿Y qué me cuentas de Brendon?
- Ah, es top secret. Es Brendon XXX.
- Joder.
- Sip- dijo cruzándose de piernas.- Tenemos una atracción que ni los imanes de mi nevera.
- Jooooooooder – repetí.
- ¡Ah, dios! Esos labios carnosos, esos ojos como ventanas, ese pelo al que agarrarme cuando ¡AH!
- ...Ahórrate los detalles – digo sin parar de reírme. Vi es un show.
- Vaaaale, tú te lo pierdes...
- Es broma, cuenta lo que quieras.
- Bueno, vale. –sonrió de una forma bobalicona.- Me llevó por ahí a tomar un café por aquí cerca y luego nos fuimos por la zona de bares.
- Vale, lo de que tenéis atracción está claro, pero ¿te gusta de verdad?
- Mmm bueno, eso aún es demasiado pronto para saberlo.
- Yo creo que tú a él sí le gustas mucho, le he visto mirarte.
- ¿En serio? – dijo poniendo de nuevo esa sonrisita tonta.
- Seh.
- ¡Me has alegrado (aún más) el día! ¡Me voy de compras! Luego vuelvo, amore. Ciao bella!
- Son las ocho...
- Algo estará abierto, ¡hasta luego!
- Hasta...- ¡slam! Y se oyó el portazo.- En fin... voy a ver alguna peli.
Y me puse a ver ‘The Wall’.
Cuando ya estaba por la mitad, Vi abrió la puerta.

*Capítulo 13: Time

*Capítulo 13: Time

La comida pasó rápida para todos. No me había gustado mucho el pescado crudo, pero al menos ya estaba llena. Violet seguía buscando métodos para ganar dinero rápido.
- ... venirte un día de gogó conmigo...
- Ni de coña.
- ¿Por?
- Porque no.
- No pongas pegas a mi trabajo, ¿eh?
- Sinceramente Vi, hay gente que curra el doble que tú y pagan mucho menos. Me parece un tanto indigno además, ¿no crees?
- ¿Indigno? Indignada estoy yo – dijo cruzándose de brazos.
- Vale ya, chicas – nos tranquilizó Brendon.
- Me voy el 30 y ya está; nada que intente hacer lo evitará.
- ¿Quieres irte acaso? – me preguntó Vi.
- ¡No! Pero a veces hay que resignarse.
- Así no llegarás a ninguna parte.
- Me da igual, de todos modos no iba a llegar a ninguna...
- ¿No vas a luchar por nada? – me preguntó Ryan , pillándome por sorpresa.
- Claro que sí, pero...
- ¿Yo no soy nada para ti?
- Pues claro que sí...
- Entonces no lo entiendo.
- Lo que pasa es que simplemente no tengo tiempo. Ni dinero. Ya no puedo hacer nada; julio ya ha empezado y no puedo dar ya la señal para agosto. No puedo obrar ningún milagro, entiéndeme.- dije con la voz ahogada.
- Ejem... admito que esa parte no la conocía – reconoce Ry agachando la cabeza tímidamente, sonriendo un poco, azorado. Reposa su cigarro en el cenicero tras dar una larga calada.
- Sí que es jodido, sí... – añade Brendon, que estaba aún en las nubes.
- En ese caso, te aconsejo una cosa. Aprovecha el tiempo. Haz aquí lo que no puedas hacer allí. Y por lo que más quieras, vuelve algún día.- Me aconsejó Vi con una sonrisa sincera.
- O cuando acabes la carrera, podrías venirte a vivir.- dijo Ryan esperanzado.
- Gracias por vuestro apoyo, volveré cuando pueda y haya ahorrado un poco- les sonreí.
- ¿Nos vamos? Aún tengo una hora para irme.
Pagamos y salimos de allí, rápidamente. Brendon y Vi se volvieron a retirar para dejarnos a solas.
- No puedo creer que me quede tan poco tiempo de estar contigo. Me aburriré todo el verano...
- ¿No tienes amigos? – le pregunté divertida, poniendo mis brazos en sus hombros.
- Sí, pero no son abundantes... además te echaré de menos.
- Irremediablemente, yo también. – le miraba directamente a los ojos, sin miedo, con un brillo de tristeza.
- Pero en fin, no creo que sea momento de tonterías, vamos a dar una vuelta y olvidémonos de este asunto, que aún queda.
- Tienes toda la razón – dije mientras le cogía de mi mano y comenzamos a caminar calle abajo, hacia las afueras
- ¿Adónde vamos?
- ¿Y a mí me preguntas? – reí.
- Oh, bueno, perdone. Pues... te voy a llevar a una calle llena de música.
- Eres increíble, te sabes todos los sitios guays de la ciudad.
- Nací aquí – me dijo mirándome, con semblante divertido y arqueando una ceja.
Seguimos caminando. Esta vez, el tema de conversación giró en torno a nosotros en el colegio.
- Yo era el peor. No estudiaba, vacilaba a los profesores... pero aprobaba; ponía de los nervios a todos, me gané una buena lista de enemigos.
- Joder, pues no lo aparentas... ¡malote! Jajaja.
- ¿Y tú? Seguro que eras una ratita de biblioteca marginada.
- Qué halagador. Pero te confundes. En clase siempre estaba callada; no atendía demasiado, pasaba el tiempo escribiendo y escribiendo.
- ¿Y qué escribías?
- Lo que me viniera a la mente. Igual con eso luego hacía una canción o un poema o un relato corto, pero hechos siempre a base de esos escritos.
- Qué creativa eres, no sabía eso de ti.
- En realidad, me da vergüenza que lo supieras...
- No tienes de qué avergonzarte, ya me dejarás alguno para que lo lea, espero.
- Ya veremos... ya te he dicho que me da vergüenza... – reí tímidamente.
- Y... ¿de qué iban tus poemas? – preguntó curioso.
- Ninguno bonito; todos iban de odio, muerte, pesimismo...
- ¡Hostia! Me das miedo... – me interrumpió.
- Yo en mi adolescencia era así- reí – Lo que pasa es que tú eres una nenaza!
- No lo soy.
- Uy que no!
- Contigo es imposible discutir.
- Ne-na-za
- ¡Calla!
- Lo siento... es que es muy divertido picarte – dije dándole un suave beso en los labios.
- No hace gracia- añade al apartarse de mí, pero le doy otro beso, y ya no da muestras de separarse.
- ¿Me perdonas?
- Cómo no te iba a perdonar... – comenta cogiéndome de las rodillas y los brazos y llevándome así hasta la calle que decía.
Reímos, corrimos y cantamos cuando llegamos a dicha calle. Unos cuantos músicos ambulantes tocan sus piezas y Ryan y yo les íbamos dejando algo. Nos sonreían agradecidos. Un hombre con su guitarra eléctrica, micrófono y otro con su batería tocaban una versión de ‘Run’, de Snow Patrol.
- ¿La has escuchado, Ry?
- No...
- Es.. preciosa... ‘ light up, light up, as if you have a choice, even if you cannot hear my voice, I’ll be right reside you dear’ -cantaba.
- Ya veo… preciosa como tú...
- Oh, Ryan – dije sonrojándome. Inclinamos nuestras cabezas, pero Ryan recuerda algo.
- ¡Mierda! Tengo que irme ya. Te acompaño a casa y me voy volando.
- Vale, vámonos ya.
- Siento haber estropeado este momento.
- No tienes de qué preocuparte, nos quedan aún cientos como éste por vivir. O al menos eso espero.

*Capítulo 12: Ooh La

*Capítulo 12: Ooh La

Cuando desperté, él estaba a mi lado, dormido, sumido en un sueño profundo. Intenté no moverme mucho para no despertarle.
Miré el reloj: las once; la hora a la que me solía levantar siempre. No me quería levantar, pero... joder, qué hambre tenía. Mi tripa rugía demasiado, así que me levanté cuidadosamente y fui a la pequeña y desordenada cocina ; abrí un cajón a ver qué encontraba... pillé un cruasán y me lo comí de camino a la habitación, puesto que pensaba echarme de nuevo a la cama con Ryan.
Una vez que llegué, terminé el bollo con ansia; mi tripa ya no estaba vacía del todo, y lo agradecía.
Observaba a Ryan; tapado hasta la cintura con las sábanas naranjas, un tanto descoloridas , que dejaban ver su delgado y pálido torso a la vista; su pelo ondulado, y muy despeinado se le pegaba a la cara, con expresión serena. La mano que horas antes había estado apoyada en mi cintura, ahora estaba estirada en la almohada. Me mordí el labio inferior y me tumbé a su lado con cuidado.

***
- ...Qué monos – dijo una voz familiar.
- Shh, cuidado, a ver si los vas a despertar – contestó una voz masculina.
Abrí los ojos despacio, muy lentamente.
- ¿Qué...? – empecé, con una voz débil. Esta vez tenía las sábanas hasta el cuello. -¿Qué hora es? – les pregunté a Vi y Brendon, que nos miraban desde el umbral de la puerta.
- Las doce y media; hemos venido para irnos a comer todos juntos, pero...
- ... para dormir tanto, debéis de haberlo pasado muy bien anoche, ¿eh? – sugirió Brendon con una sonrisita. Vi sonrió estúpidamente y le dio un codazo.
- Eso... eso ya es privado – comenté sonrojándome un poco-... voy a despertarle.
- Va, os esperamos en el salón.
- Vale.
Me giré y miré a Ryan, le rocé un poco la mejilla, pero era demasiado superficial para despertarle.
- Ryan, Ryan, despierta. Es muuuuy tarde y nos están esperando para que nos vayamos a comer con ellos. – le decía mientras le agitaba con delicadeza los hombros. Gruñía por lo bajo.
- Mmm...
- Venga, despierta. Hemos dormido mucho... bueno, tú un poco menos.
- Mmm vale, ¿qué hora es? – articuló frotándose los ojos, ya abiertos.
- Las doce y media, ¡Vamos, lirón!
- Va, va – se sentó en la cama y me besó en los labios, luego se rascó la cabeza y bostezó. – Voy a vestirme.
- Sí, y yo también.
De modo que cogimos nuestra ropa y nos fuimos vistiendo.
Fui al baño a lavarme la cara; salvo por una espinilla imprevista en la mejilla, mi cutis estaba perfecto, y me veía radiante. El sexo hace milagros, pensé con una sonrisa mientras me cepillaba los dientes.
Cuando acabé, dejé pasar a Ryan y me fui peinando. Ése día no me apetecía maquillarme, con lo cual tardé menos.
Sonó la cisterna y RyRo salió.
- ¿Ya estás?
- Sí- contesté.
- Genial. Oye, yo sobre las cuatro o así me voy a casa de mi tía. Ya te dije que los domingos los paso en familia – dijo poniendo los ojos en blanco.- Aunque no todos, al menos dos al mes.
- Ah, vale.
- Lo malo es que entre semana no creo que nos veamos mucho por los ensayos, pero haré lo posible porque nos veamos todo lo que podamos dentro de lo posible – añadió con sus ojos fijos en los míos -. Pero Vi y tú podéis venir cuando queráis, tenéis acceso VIP.
- Vamos a parecer groupies – bromeé.
- Anda, anda; chorradas.
- Lo dije de coña, eh- aclaré.
- Ya, obvio.
- Argh, ya está el listillo – reí, mientras le apartaba un mechón de la cara.
- Bueno, ¿salimos? Nos están esperando.
- Claro, vámonos.
Abrí la puerta y juntos nos dirigimos al salón donde estaban los otros dos metiéndose mano; disimuladamente, pararon.
- ¿Ya? – preguntó Vi.
- Sí, pero si queréis seguir...
- No, venga; vámonos, que hay hambre. – dijo Vi levantándose enérgicamente.
- Ah, luego llamaré a mi madre a ver si me puedo quedar más tiempo por aquí.
- ¿Cómo es que se lo tienes que preguntar a tu madre? Si eres mayor de edad...
- Por el tema económico, Vi.
- Ah, captado.
- Genial – dijo Ry emocionado.
- Tampoco te hagas ilusiones – dije, bajándole de su nube, muy a mi pesar.
- Joder, qué positiva eres, ¿no?
- Soy positiva y realista – recalqué esta última palabra.
Brendon interrumpió nuestro debate abriendo la puerta.
- Van a cerrar los restaurantes. Por cierto, ¿dónde vamos a comer?
- Yo pensé en ir a comer al japonés – sugirió Vi.
- De acuerdo – dijimos todos.
Salimos a la calle, con un calor que nos hizo sacar las gafas de sol a todos. Una llamada a mi móvil me sorprendió e hizo que me librara de los brazos de RyRo. Era mi madre.
- ¿Sí?
- ¡Jazzie! ¿Qué tal, hija?
- Muy bien, mamá. Tan bien que me estaba preguntando...
- Sí, dime.
- Me preguntaba si me podría quedar hasta finales de agosto... – le pregunté mordiéndome el labio.
- Oh, bueno. Verás, es que este mes sabes que vamos un poco ajustados de dinero...
- Pero, podría trabajar aquí, ¿no?
- Cariño, la cosa es que hay que pagar por adelantado, un mes antes, creo, ya te acuerdas cuando reservamos el apartamento donde estás ahora.
- Vaya... entonces nada.
- Lo siento, hija; otra vez será. Este año ahorramos y el verano siguiente te vas más tiempo, ¿sí?
- Sí... es una buena idea... pero no te preocupes, no es culpa vuestra. Ya te llamo el viernes.
- Vale, Ciao.
- Ciao. – dije a la vez que pulsaba el botón rojo de mi móvil. Bajé la mirada. El 30 me voy; es decir, tengo apenas un mes.
- ¿Qué? – exclamó Ryan con cara de horror.
- No hay pasta. Lo suponía. – suspiré.
- Yo... yo podría dejarte algo, no tengo mucho pero... incluso podemos juntarnos y...
- No, Ryan, eres muy amable, demasiado, pero no podría.
- ¿Por qué no? – insistió.
- Porque necesitas ese dinero; para ti y para el grupo.
- ¿Merece la pena acaso si no voy a volver a verte?
- Te prometo que nos veremos.
- No este año, al menos – dijo cabizbajo.
- Podremos sobrevivir – le dije cogiéndole de las manos-
- O no.
- Luego soy yo la pesimista.
- Estos momentos no son para ser optimista, ¿sabes?
- Sí... lo siento mucho... – en ese momento me di cuenta de que tanto Vi como Brendon nos habían dejado a solas.
- No... no es culpa tuya, no te disculpes. – dijo apretando mi mano con aún más fuerza- Sólo puedo pensar en una cosa ahora: vivir el momento – me miró fijamente con su atípico semblante serio, un tanto imponente.
- Carpe diem – concluí, abrazándole tiernamente.

***

*Capítulo 11: On top

*Capítulo 11: On top

Cerró la puerta detrás de sí y dijo suavemente:
- Por fin solos.
Se iba acercando a mí; una vez cara a cara, rozó su mano con mi pelo. Miramos a nuestro alrededor: el desorden incitaba a cambiar de habitación.
Nos dirigimos a su cuarto y cerró la puerta. Tirándose literalmente sobre mí, con una risa ahogada, caímos en su cama.
Sin separar nuestros labios, se fue quitando la camisa, y con una sacudida, los zapatos. Mis chanclas reposaban en el suelo, ya que habían saltado en el mismo momento en el que caímos a su cama.
Sin camisa, Ry parecía más frágil, pero también más atractivo.
Le quité la cinta que llevaba debajo del flequillo, y la lancé por ahí... no, no tenía mesita de noche...
Él metió su mano dentro de mi camiseta y desabrochó mi sujetador. Me estremecí al sentir su fría mano en mi espalda y apoyé las mías sobre su pecho. Me desabroché el pantalón, sin quitármelo del todo, dejando mis bragas azules a rayas blancas a la vista. Ryan se rió al verlas.
- ¿Qué pasa? – inquirí, divertida.
- Qué monas son.
- Habría que ver tus calzoncillos...
- Sé que lo estás deseando – dijo con una sonrisa.
Puse los ojos en blanco... esas bromas las soltaba a menudo.
- No tienes remedio.
Se bajó los pantalones y dejó ver unos boxers a cuadros blancos y verdes, parecidos a un mantel.
- ¡Já! Ni mi abuelo. – comenté con una risa falsa.
- Sí, tú ríete... – y se echó contra mí, besando mi cuello.
Mientras, yo me quité del todo los pantalones; también la camiseta, y, por lo tanto, el sujetador, que Ryan ya había desabrochado.
Pasé la mano por su pelo revuelto y ondulado; cada uno sentíamos el calor del otro. Entonces paró de moverse sobre mí y se excusó:
- Un momento – dijo yendo hacia una cómoda de por allí cerca. Abrió un cajón y sacó un condón.
- Ah – añadí.
- Más vale prevenir, cacho de irresponsable; que ya ibas...
Eso era un comentario para provocarme, como siempre.
- Sí, sí; claro – comenté cruzándome de piernas y brazos
- Venga... no te enfades... no ahora- dijo con tono zalamero. No hice ni amago de resistirme.
Nos quitamos lo único que nos quedaba encima, sin parar de besarnos.
Se puso el condón y, al principio, se movió lenta y suavemente, para luego acelerar el ritmo. Él seguía encima de mí, y yo le sujetaba por los hombros. Su temperatura había aumentado, y ya no tenía el cuerpo como un témpano de hielo.
No quería que se apartara de mí nunca, a pesar del calor, sentirle tan cercano me hacía sentir segura... pero dejé de pensar en ello para dejarme llevar.
Los dos jadeábamos de un modo un tanto silencioso. Sentir su respiración tan cerca hacía que el vello se me erizara.
De vez en cuando, movía sus manos por mi cuerpo y me besaba en el cuello y en la comisura de los labios. Yo estaba demasiado ocupada contemplándole y disfrutando del momento, aunque seguía acariciándole la espalda.
Llegó el momento en el que estábamos ya agotados, y cayó sobre mí. Los dos respirábamos ahora agitadamente. Eché mis brazos uno de sus brazos, y, sintiendo su contacto, muy cerca de mí, me acurruqué sobre él, y me dormí. Me dormí como hacía mucho tiempo que no dormía. Noté su abrazo antes de dormirme.
Ya bien entrada la madrugada, sobre las tres, o tal vez las cuatro, me desperté al notar un frescor recorrer mi cuerpo. Ryan no estaba.
Fui al baño, no sin antes ponerme al menos mi ropa interior.
Cuando salí de allí, vi una luz débil que provenía del salón, y me acerqué hasta allí; seguro que Ryan estaba sentado en el sofá, o lo que fuera.
Me apoyé en el marco de la puerta, que estaba entreabierta.
En efecto, allí estaba, tocando ligeramente la guitarra y apuntando algo en una libreta. Al verme, se sorprendió, por no decir que se asustó.
- ¡Jazz! ¿Qué haces aquí? ¿Te he despertado?
- No, es que tenía un poco de frío... ¿Qué haces?
- Me vino la inspiración instantánea.
- ¿Sí?
- Tú me has inspirado.
- Venga ya. – dije sonrojándome ligeramente, mientras me cogía un mechón de pelo.
- No, en serio. Se llama ‘When the day met the night’
- Déjame adivinarlo… ¿yo soy el día y tú la noche...?
- Exacto; mañana te toco lo que llevo escrito. Pero ahora, ¿por qué no volvemos a la cama?
- No, si no tienes sueño, puedes quedarte, no quiero ser una carga.
- ¡No lo eres! De todas formas ya he escrito lo que tenía que escribir, y tengo que descansar... Además, así te hago compañía y te quito un poco el frío – añadió sonriendo.
Los dos nos metimos juntos en la cama. Nos dimos otro beso y me recosté en su pecho. Ahora no tenía frío, estaba bien.
Ry me estrechó más contra él, asegurándose de ese modo que no pasaba más frío esa noche.
Tardé poco en caer dormida de nuevo. Su respiración acompasada y el vaivén de su pecho me ayudó a cerrar los párpados.


***