lunes, 28 de septiembre de 2009

*Capítulo 14a: Dance of death

*Capítulo 14a: Dance of death

Estaba tumbada en mi cama, totalmente estirada, en ropa interior y mirando al techo. Ryan se había ido, me había acompañado hasta la puerta y se fue casi corriendo. Eran ya las ocho. Unas llaves se escucharon por todo el piso en silencio. Por fin Vi volvía. Pero estaba exhausta, y, aunque tenía mucho hambre, mi cuerpo quería que me quedara donde estaba y dormir muuucho tiempo.
- ¿Jazz? ¿Estás? Te he estado llamando.
- Estoy en mi cuarto.
- ¿Estabas... “fockupada”?
- Ajá –miento.
- Luego somos nosotros los conejos.
- Eh, que yo me voy en un mes – dije cuando ella ya había llegado a mi habitación.
- Ya tonta, era coña
- Suponía.- dije mirando al techo.
- Yo creo que te mola mucho. Pero mucho, mucho. Tirando a amor...
- ¿Amor? Venga y... – pensé un momento – Bueno, no sé; no esto muy segura, pero sinceramente creo que sí, que le quiero.
- Oooh... ¿Y él a ti...?
- No creo, sólo es un rollo...
- Pero é parece quererte.
- No te creas...
- Uy que no me crea! Eso se nota... Love is in the air... –cantó.
- Yo no le veo enamorado…
- Pues yo sí.
- Siempre tienes que tener tú la última palabra, eh.
- Es por mi frustración, ya sabes; mi hermana siempre tenía la última hostia.
- Ay, tu hermana –reí.
- Sí... la echo de menos.
- Cierto, ya no tienes a quien te pegue ni a quien pegar. Ah, ni a quien insultar.
- No, eso último es mentira, la llamo todos los días y me lo paso en grande.
- Ya te vale.- digo pegándole un cojinazo en la espalda.
- Cambiando de tema de nuevo, os queréis los dos y punto.
¿Veis? Siempre tiene que ser lo que ella diga...
- Ay, que pesada eres – zanjé el tema.
Estuvimos un rato en silencio, pero lo interrumpí al acordarme de su relación con Brendon.
- Eeeeh... – dije con voz insinuante, moviendo las cejas.- ¿Y qué me cuentas de Brendon?
- Ah, es top secret. Es Brendon XXX.
- Joder.
- Sip- dijo cruzándose de piernas.- Tenemos una atracción que ni los imanes de mi nevera.
- Jooooooooder – repetí.
- ¡Ah, dios! Esos labios carnosos, esos ojos como ventanas, ese pelo al que agarrarme cuando ¡AH!
- ...Ahórrate los detalles – digo sin parar de reírme. Vi es un show.
- Vaaaale, tú te lo pierdes...
- Es broma, cuenta lo que quieras.
- Bueno, vale. –sonrió de una forma bobalicona.- Me llevó por ahí a tomar un café por aquí cerca y luego nos fuimos por la zona de bares.
- Vale, lo de que tenéis atracción está claro, pero ¿te gusta de verdad?
- Mmm bueno, eso aún es demasiado pronto para saberlo.
- Yo creo que tú a él sí le gustas mucho, le he visto mirarte.
- ¿En serio? – dijo poniendo de nuevo esa sonrisita tonta.
- Seh.
- ¡Me has alegrado (aún más) el día! ¡Me voy de compras! Luego vuelvo, amore. Ciao bella!
- Son las ocho...
- Algo estará abierto, ¡hasta luego!
- Hasta...- ¡slam! Y se oyó el portazo.- En fin... voy a ver alguna peli.
Y me puse a ver ‘The Wall’.
Cuando ya estaba por la mitad, Vi abrió la puerta.

*Capítulo 13: Time

*Capítulo 13: Time

La comida pasó rápida para todos. No me había gustado mucho el pescado crudo, pero al menos ya estaba llena. Violet seguía buscando métodos para ganar dinero rápido.
- ... venirte un día de gogó conmigo...
- Ni de coña.
- ¿Por?
- Porque no.
- No pongas pegas a mi trabajo, ¿eh?
- Sinceramente Vi, hay gente que curra el doble que tú y pagan mucho menos. Me parece un tanto indigno además, ¿no crees?
- ¿Indigno? Indignada estoy yo – dijo cruzándose de brazos.
- Vale ya, chicas – nos tranquilizó Brendon.
- Me voy el 30 y ya está; nada que intente hacer lo evitará.
- ¿Quieres irte acaso? – me preguntó Vi.
- ¡No! Pero a veces hay que resignarse.
- Así no llegarás a ninguna parte.
- Me da igual, de todos modos no iba a llegar a ninguna...
- ¿No vas a luchar por nada? – me preguntó Ryan , pillándome por sorpresa.
- Claro que sí, pero...
- ¿Yo no soy nada para ti?
- Pues claro que sí...
- Entonces no lo entiendo.
- Lo que pasa es que simplemente no tengo tiempo. Ni dinero. Ya no puedo hacer nada; julio ya ha empezado y no puedo dar ya la señal para agosto. No puedo obrar ningún milagro, entiéndeme.- dije con la voz ahogada.
- Ejem... admito que esa parte no la conocía – reconoce Ry agachando la cabeza tímidamente, sonriendo un poco, azorado. Reposa su cigarro en el cenicero tras dar una larga calada.
- Sí que es jodido, sí... – añade Brendon, que estaba aún en las nubes.
- En ese caso, te aconsejo una cosa. Aprovecha el tiempo. Haz aquí lo que no puedas hacer allí. Y por lo que más quieras, vuelve algún día.- Me aconsejó Vi con una sonrisa sincera.
- O cuando acabes la carrera, podrías venirte a vivir.- dijo Ryan esperanzado.
- Gracias por vuestro apoyo, volveré cuando pueda y haya ahorrado un poco- les sonreí.
- ¿Nos vamos? Aún tengo una hora para irme.
Pagamos y salimos de allí, rápidamente. Brendon y Vi se volvieron a retirar para dejarnos a solas.
- No puedo creer que me quede tan poco tiempo de estar contigo. Me aburriré todo el verano...
- ¿No tienes amigos? – le pregunté divertida, poniendo mis brazos en sus hombros.
- Sí, pero no son abundantes... además te echaré de menos.
- Irremediablemente, yo también. – le miraba directamente a los ojos, sin miedo, con un brillo de tristeza.
- Pero en fin, no creo que sea momento de tonterías, vamos a dar una vuelta y olvidémonos de este asunto, que aún queda.
- Tienes toda la razón – dije mientras le cogía de mi mano y comenzamos a caminar calle abajo, hacia las afueras
- ¿Adónde vamos?
- ¿Y a mí me preguntas? – reí.
- Oh, bueno, perdone. Pues... te voy a llevar a una calle llena de música.
- Eres increíble, te sabes todos los sitios guays de la ciudad.
- Nací aquí – me dijo mirándome, con semblante divertido y arqueando una ceja.
Seguimos caminando. Esta vez, el tema de conversación giró en torno a nosotros en el colegio.
- Yo era el peor. No estudiaba, vacilaba a los profesores... pero aprobaba; ponía de los nervios a todos, me gané una buena lista de enemigos.
- Joder, pues no lo aparentas... ¡malote! Jajaja.
- ¿Y tú? Seguro que eras una ratita de biblioteca marginada.
- Qué halagador. Pero te confundes. En clase siempre estaba callada; no atendía demasiado, pasaba el tiempo escribiendo y escribiendo.
- ¿Y qué escribías?
- Lo que me viniera a la mente. Igual con eso luego hacía una canción o un poema o un relato corto, pero hechos siempre a base de esos escritos.
- Qué creativa eres, no sabía eso de ti.
- En realidad, me da vergüenza que lo supieras...
- No tienes de qué avergonzarte, ya me dejarás alguno para que lo lea, espero.
- Ya veremos... ya te he dicho que me da vergüenza... – reí tímidamente.
- Y... ¿de qué iban tus poemas? – preguntó curioso.
- Ninguno bonito; todos iban de odio, muerte, pesimismo...
- ¡Hostia! Me das miedo... – me interrumpió.
- Yo en mi adolescencia era así- reí – Lo que pasa es que tú eres una nenaza!
- No lo soy.
- Uy que no!
- Contigo es imposible discutir.
- Ne-na-za
- ¡Calla!
- Lo siento... es que es muy divertido picarte – dije dándole un suave beso en los labios.
- No hace gracia- añade al apartarse de mí, pero le doy otro beso, y ya no da muestras de separarse.
- ¿Me perdonas?
- Cómo no te iba a perdonar... – comenta cogiéndome de las rodillas y los brazos y llevándome así hasta la calle que decía.
Reímos, corrimos y cantamos cuando llegamos a dicha calle. Unos cuantos músicos ambulantes tocan sus piezas y Ryan y yo les íbamos dejando algo. Nos sonreían agradecidos. Un hombre con su guitarra eléctrica, micrófono y otro con su batería tocaban una versión de ‘Run’, de Snow Patrol.
- ¿La has escuchado, Ry?
- No...
- Es.. preciosa... ‘ light up, light up, as if you have a choice, even if you cannot hear my voice, I’ll be right reside you dear’ -cantaba.
- Ya veo… preciosa como tú...
- Oh, Ryan – dije sonrojándome. Inclinamos nuestras cabezas, pero Ryan recuerda algo.
- ¡Mierda! Tengo que irme ya. Te acompaño a casa y me voy volando.
- Vale, vámonos ya.
- Siento haber estropeado este momento.
- No tienes de qué preocuparte, nos quedan aún cientos como éste por vivir. O al menos eso espero.

*Capítulo 12: Ooh La

*Capítulo 12: Ooh La

Cuando desperté, él estaba a mi lado, dormido, sumido en un sueño profundo. Intenté no moverme mucho para no despertarle.
Miré el reloj: las once; la hora a la que me solía levantar siempre. No me quería levantar, pero... joder, qué hambre tenía. Mi tripa rugía demasiado, así que me levanté cuidadosamente y fui a la pequeña y desordenada cocina ; abrí un cajón a ver qué encontraba... pillé un cruasán y me lo comí de camino a la habitación, puesto que pensaba echarme de nuevo a la cama con Ryan.
Una vez que llegué, terminé el bollo con ansia; mi tripa ya no estaba vacía del todo, y lo agradecía.
Observaba a Ryan; tapado hasta la cintura con las sábanas naranjas, un tanto descoloridas , que dejaban ver su delgado y pálido torso a la vista; su pelo ondulado, y muy despeinado se le pegaba a la cara, con expresión serena. La mano que horas antes había estado apoyada en mi cintura, ahora estaba estirada en la almohada. Me mordí el labio inferior y me tumbé a su lado con cuidado.

***
- ...Qué monos – dijo una voz familiar.
- Shh, cuidado, a ver si los vas a despertar – contestó una voz masculina.
Abrí los ojos despacio, muy lentamente.
- ¿Qué...? – empecé, con una voz débil. Esta vez tenía las sábanas hasta el cuello. -¿Qué hora es? – les pregunté a Vi y Brendon, que nos miraban desde el umbral de la puerta.
- Las doce y media; hemos venido para irnos a comer todos juntos, pero...
- ... para dormir tanto, debéis de haberlo pasado muy bien anoche, ¿eh? – sugirió Brendon con una sonrisita. Vi sonrió estúpidamente y le dio un codazo.
- Eso... eso ya es privado – comenté sonrojándome un poco-... voy a despertarle.
- Va, os esperamos en el salón.
- Vale.
Me giré y miré a Ryan, le rocé un poco la mejilla, pero era demasiado superficial para despertarle.
- Ryan, Ryan, despierta. Es muuuuy tarde y nos están esperando para que nos vayamos a comer con ellos. – le decía mientras le agitaba con delicadeza los hombros. Gruñía por lo bajo.
- Mmm...
- Venga, despierta. Hemos dormido mucho... bueno, tú un poco menos.
- Mmm vale, ¿qué hora es? – articuló frotándose los ojos, ya abiertos.
- Las doce y media, ¡Vamos, lirón!
- Va, va – se sentó en la cama y me besó en los labios, luego se rascó la cabeza y bostezó. – Voy a vestirme.
- Sí, y yo también.
De modo que cogimos nuestra ropa y nos fuimos vistiendo.
Fui al baño a lavarme la cara; salvo por una espinilla imprevista en la mejilla, mi cutis estaba perfecto, y me veía radiante. El sexo hace milagros, pensé con una sonrisa mientras me cepillaba los dientes.
Cuando acabé, dejé pasar a Ryan y me fui peinando. Ése día no me apetecía maquillarme, con lo cual tardé menos.
Sonó la cisterna y RyRo salió.
- ¿Ya estás?
- Sí- contesté.
- Genial. Oye, yo sobre las cuatro o así me voy a casa de mi tía. Ya te dije que los domingos los paso en familia – dijo poniendo los ojos en blanco.- Aunque no todos, al menos dos al mes.
- Ah, vale.
- Lo malo es que entre semana no creo que nos veamos mucho por los ensayos, pero haré lo posible porque nos veamos todo lo que podamos dentro de lo posible – añadió con sus ojos fijos en los míos -. Pero Vi y tú podéis venir cuando queráis, tenéis acceso VIP.
- Vamos a parecer groupies – bromeé.
- Anda, anda; chorradas.
- Lo dije de coña, eh- aclaré.
- Ya, obvio.
- Argh, ya está el listillo – reí, mientras le apartaba un mechón de la cara.
- Bueno, ¿salimos? Nos están esperando.
- Claro, vámonos.
Abrí la puerta y juntos nos dirigimos al salón donde estaban los otros dos metiéndose mano; disimuladamente, pararon.
- ¿Ya? – preguntó Vi.
- Sí, pero si queréis seguir...
- No, venga; vámonos, que hay hambre. – dijo Vi levantándose enérgicamente.
- Ah, luego llamaré a mi madre a ver si me puedo quedar más tiempo por aquí.
- ¿Cómo es que se lo tienes que preguntar a tu madre? Si eres mayor de edad...
- Por el tema económico, Vi.
- Ah, captado.
- Genial – dijo Ry emocionado.
- Tampoco te hagas ilusiones – dije, bajándole de su nube, muy a mi pesar.
- Joder, qué positiva eres, ¿no?
- Soy positiva y realista – recalqué esta última palabra.
Brendon interrumpió nuestro debate abriendo la puerta.
- Van a cerrar los restaurantes. Por cierto, ¿dónde vamos a comer?
- Yo pensé en ir a comer al japonés – sugirió Vi.
- De acuerdo – dijimos todos.
Salimos a la calle, con un calor que nos hizo sacar las gafas de sol a todos. Una llamada a mi móvil me sorprendió e hizo que me librara de los brazos de RyRo. Era mi madre.
- ¿Sí?
- ¡Jazzie! ¿Qué tal, hija?
- Muy bien, mamá. Tan bien que me estaba preguntando...
- Sí, dime.
- Me preguntaba si me podría quedar hasta finales de agosto... – le pregunté mordiéndome el labio.
- Oh, bueno. Verás, es que este mes sabes que vamos un poco ajustados de dinero...
- Pero, podría trabajar aquí, ¿no?
- Cariño, la cosa es que hay que pagar por adelantado, un mes antes, creo, ya te acuerdas cuando reservamos el apartamento donde estás ahora.
- Vaya... entonces nada.
- Lo siento, hija; otra vez será. Este año ahorramos y el verano siguiente te vas más tiempo, ¿sí?
- Sí... es una buena idea... pero no te preocupes, no es culpa vuestra. Ya te llamo el viernes.
- Vale, Ciao.
- Ciao. – dije a la vez que pulsaba el botón rojo de mi móvil. Bajé la mirada. El 30 me voy; es decir, tengo apenas un mes.
- ¿Qué? – exclamó Ryan con cara de horror.
- No hay pasta. Lo suponía. – suspiré.
- Yo... yo podría dejarte algo, no tengo mucho pero... incluso podemos juntarnos y...
- No, Ryan, eres muy amable, demasiado, pero no podría.
- ¿Por qué no? – insistió.
- Porque necesitas ese dinero; para ti y para el grupo.
- ¿Merece la pena acaso si no voy a volver a verte?
- Te prometo que nos veremos.
- No este año, al menos – dijo cabizbajo.
- Podremos sobrevivir – le dije cogiéndole de las manos-
- O no.
- Luego soy yo la pesimista.
- Estos momentos no son para ser optimista, ¿sabes?
- Sí... lo siento mucho... – en ese momento me di cuenta de que tanto Vi como Brendon nos habían dejado a solas.
- No... no es culpa tuya, no te disculpes. – dijo apretando mi mano con aún más fuerza- Sólo puedo pensar en una cosa ahora: vivir el momento – me miró fijamente con su atípico semblante serio, un tanto imponente.
- Carpe diem – concluí, abrazándole tiernamente.

***

*Capítulo 11: On top

*Capítulo 11: On top

Cerró la puerta detrás de sí y dijo suavemente:
- Por fin solos.
Se iba acercando a mí; una vez cara a cara, rozó su mano con mi pelo. Miramos a nuestro alrededor: el desorden incitaba a cambiar de habitación.
Nos dirigimos a su cuarto y cerró la puerta. Tirándose literalmente sobre mí, con una risa ahogada, caímos en su cama.
Sin separar nuestros labios, se fue quitando la camisa, y con una sacudida, los zapatos. Mis chanclas reposaban en el suelo, ya que habían saltado en el mismo momento en el que caímos a su cama.
Sin camisa, Ry parecía más frágil, pero también más atractivo.
Le quité la cinta que llevaba debajo del flequillo, y la lancé por ahí... no, no tenía mesita de noche...
Él metió su mano dentro de mi camiseta y desabrochó mi sujetador. Me estremecí al sentir su fría mano en mi espalda y apoyé las mías sobre su pecho. Me desabroché el pantalón, sin quitármelo del todo, dejando mis bragas azules a rayas blancas a la vista. Ryan se rió al verlas.
- ¿Qué pasa? – inquirí, divertida.
- Qué monas son.
- Habría que ver tus calzoncillos...
- Sé que lo estás deseando – dijo con una sonrisa.
Puse los ojos en blanco... esas bromas las soltaba a menudo.
- No tienes remedio.
Se bajó los pantalones y dejó ver unos boxers a cuadros blancos y verdes, parecidos a un mantel.
- ¡Já! Ni mi abuelo. – comenté con una risa falsa.
- Sí, tú ríete... – y se echó contra mí, besando mi cuello.
Mientras, yo me quité del todo los pantalones; también la camiseta, y, por lo tanto, el sujetador, que Ryan ya había desabrochado.
Pasé la mano por su pelo revuelto y ondulado; cada uno sentíamos el calor del otro. Entonces paró de moverse sobre mí y se excusó:
- Un momento – dijo yendo hacia una cómoda de por allí cerca. Abrió un cajón y sacó un condón.
- Ah – añadí.
- Más vale prevenir, cacho de irresponsable; que ya ibas...
Eso era un comentario para provocarme, como siempre.
- Sí, sí; claro – comenté cruzándome de piernas y brazos
- Venga... no te enfades... no ahora- dijo con tono zalamero. No hice ni amago de resistirme.
Nos quitamos lo único que nos quedaba encima, sin parar de besarnos.
Se puso el condón y, al principio, se movió lenta y suavemente, para luego acelerar el ritmo. Él seguía encima de mí, y yo le sujetaba por los hombros. Su temperatura había aumentado, y ya no tenía el cuerpo como un témpano de hielo.
No quería que se apartara de mí nunca, a pesar del calor, sentirle tan cercano me hacía sentir segura... pero dejé de pensar en ello para dejarme llevar.
Los dos jadeábamos de un modo un tanto silencioso. Sentir su respiración tan cerca hacía que el vello se me erizara.
De vez en cuando, movía sus manos por mi cuerpo y me besaba en el cuello y en la comisura de los labios. Yo estaba demasiado ocupada contemplándole y disfrutando del momento, aunque seguía acariciándole la espalda.
Llegó el momento en el que estábamos ya agotados, y cayó sobre mí. Los dos respirábamos ahora agitadamente. Eché mis brazos uno de sus brazos, y, sintiendo su contacto, muy cerca de mí, me acurruqué sobre él, y me dormí. Me dormí como hacía mucho tiempo que no dormía. Noté su abrazo antes de dormirme.
Ya bien entrada la madrugada, sobre las tres, o tal vez las cuatro, me desperté al notar un frescor recorrer mi cuerpo. Ryan no estaba.
Fui al baño, no sin antes ponerme al menos mi ropa interior.
Cuando salí de allí, vi una luz débil que provenía del salón, y me acerqué hasta allí; seguro que Ryan estaba sentado en el sofá, o lo que fuera.
Me apoyé en el marco de la puerta, que estaba entreabierta.
En efecto, allí estaba, tocando ligeramente la guitarra y apuntando algo en una libreta. Al verme, se sorprendió, por no decir que se asustó.
- ¡Jazz! ¿Qué haces aquí? ¿Te he despertado?
- No, es que tenía un poco de frío... ¿Qué haces?
- Me vino la inspiración instantánea.
- ¿Sí?
- Tú me has inspirado.
- Venga ya. – dije sonrojándome ligeramente, mientras me cogía un mechón de pelo.
- No, en serio. Se llama ‘When the day met the night’
- Déjame adivinarlo… ¿yo soy el día y tú la noche...?
- Exacto; mañana te toco lo que llevo escrito. Pero ahora, ¿por qué no volvemos a la cama?
- No, si no tienes sueño, puedes quedarte, no quiero ser una carga.
- ¡No lo eres! De todas formas ya he escrito lo que tenía que escribir, y tengo que descansar... Además, así te hago compañía y te quito un poco el frío – añadió sonriendo.
Los dos nos metimos juntos en la cama. Nos dimos otro beso y me recosté en su pecho. Ahora no tenía frío, estaba bien.
Ry me estrechó más contra él, asegurándose de ese modo que no pasaba más frío esa noche.
Tardé poco en caer dormida de nuevo. Su respiración acompasada y el vaivén de su pecho me ayudó a cerrar los párpados.


***

*Capítulo 10: Have you ever seen the lights?

*Capítulo 10: Have you ever seen the lights?

Llegamos al ‘Golden Goose’, y nos recibió una lluvia de luces de neón. Aún no había mucha gente. Vi se acercó al mostrador de la entrada, y luego se dio media vuelta para decirnos que iba a cambiarse de ropa. Yo me quedé en la barra con Brendon y Ryan, tomando unas copas que ellos eligieron por mí. Tras unos sorbos en silencio, pregunté:
- Y, bueno... ¿qué os contáis?
- Puff... espero que acabe pronto, tengo mucho sueño – dijo Brendon bostezando.
- Yo no pido más. Tengo lo que quería. – añadió Ryan sin apartar la vista de mí, e hizo que sonriera.
- ¿Cómo eres tan adorable, cabrón? – le solté mientras reía.
- Vaya mezcla de adjetivos... – comentó, rodeando mi cintura. Un grito interrumpió nuestro acercamiento.
- ¡Ya estoy! – gritó Vi, saliendo del vestuario. - ¿He interrumpido algo?- preguntó al ver las caras de susto a poca distancia que teníamos en ese momento Ryan y yo.
- Da igual, no te preocupes.- dije yo.
- Ups, perdón.- se disculpó un tanto apurada. Llevaba una minifalda negra con un top por encima del ombligo, rosa. De calzado, llevaba unas sandalias con taconazo. Iba mona sin parecer puta.
Una chica morena, de pelo rizado, se la llevó corriendo:
- ¡Vamos, Vi! Llegas tarde – gritó ésta.
Antes de irse, le dio un beso a Brendon, quien estaba completamente boquiabierto y miraba un punto en el infinito; eso sí, en el escote de Vi...
- En dos horas acabo mi turno, ¡Ciao!
Nos despedimos de ella, que se dirigía a las plataformas donde ella y su amiga bailarían esa noche.
Una vez arriba, saludó al público, en especial a nosotros.
- ¡Hola! Somos Lily, Violet y Haylie, ¡Listas para haceros bailar! – dijo una chica castaña, que acompañaba a Vi y a la del pelo rizado.
- Pero antes, quiero saludar a dos buenos amigos míos, RyRo y Jazz, que les corté el rollo antes – Ryan y yo nos reímos mientras el público se preguntaba quiénes éramos-... y también quería saludar a Brendon- añadió mandándole un beso con la palma de la mano. Brendon se sonrojó.- ¡Música, Haylie!
La chica castaña que había hablado antes se sentó en frente de un ordenador con tabla de mezclas, y un conocido remix de Justice comenzó a sonar.
Vi se movía con Lily, de una forma provocativa y con soltura. La gente empezó a bailar; Ryan y yo decidimos ver la parte del casino, ya que decían que era espectacular.
- Brendon...¡Brendon! – tuve que gritar para que me oyera.
- ¿Sí?- respondió éste.
- ¿Te vienes con Ryan y conmigo a las salas de juego?
- Eh... no, me quedo aquí- dijo con una discreta sonrisa.
- Ah, vale. Luego venimos, pásalo bien.
- Lo mismo digo.
De modo que abrimos la puerta del fondo, dejando esa sala relativamente pequeña para adentrarnos en una roja y dorada, enorme. Con sonido de piano, una barra y muchas mesas de blackjack, tragaperras, ruletas y demás juegos de azar. Era más que enorme.
- ¿Sorprendida? – me preguntó Ry.
- Nunca había estado en una de estas.
- ¿Tomamos algo, jugamos, nos sentamos y ya está...?- sugirió.
- Tú eliges.
- Mmm... vamos a sentarnos a esos sofás, ¿quieres?
- Claro.
Cruzamos la gran sala, pasando por delante de croupiers, jugadores y ludópatas oyendo el sonido de las fichas caer en una tabla. Finalmente llegamos a unos sofás granates que estaba que estaban a lo lejos. Nos sentamos en uno para dos.
Suspiré tras sentarme, y Ry se me quedó mirando.
Tenía esa mirada... esa mirada deseosa de algo.
Los dos nos acercamos al otro, con furia y pasión, ansiosos. Nada más posar mis labios en los suyos, supe que ambos deseábamos más que eso. Tras despegarlos, le pregunté en un susurro:
- ¿Y si nos vamos a casa?
- Por mí, encantado, pero recuerda que Vi quería presentarte a sus amigas...
- Oh, vaya- sentí cómo la frustración se apoderaba de mí. Mierda, otro momento estropeado por ella.- Me detuve a pensar un momento:- ¿Sabes qué? Luego le aviso a Vi cuando acabe de trabajar; me puede presentar a sus amigas otro día, hay tiempo de sobra, ¿no?
- ¿De verdad harías eso por estar conmigo? – preguntó excitado.
- Ahora sí- dije tirándole de la mano para que se levantara.
- Ja, ja... “ahora sí”, dice.
Salimos del casino a empujones (se estaba llenando a una velocidad...). Una vez fuera, Ryan cogió su móvil y le envió un mensaje a Brendon contándole que nos habíamos marchado. Acto seguido, entrelazó sus dedos entre los míos.
Me condujo hacia su casa, ambos con paso decidido, pero de un modo tranquilo.
Abrió la puerta y me dejó pasar; luego, subimos en ascensor hasta su puerta.

***

*Capítulo 9: When the day met the night

*Capítulo 9: When the day met the night

Me cogió de la mano y salió corriendo, yo iba a su lado, aún confusa:
- ¿Adónde me llevas? – grité.
- Ahora lo verás, ¿tienes buena resistencia?
- Más o menos...
- Eso me vale – dijo acelerando más aún.
- ¿Es que me quieres matar? – dije jadeando. Él solamente rió.
- Si te quisiera matar, lo haría de otra forma.
- ¿Ah sí? ¿De cuál si se puede saber? – pregunté con curiosidad mientras me arrastraba por calles y calles aún más estrechas y oscuras.
Esquivó mi pregunta; miró al horizonte. Paró de repente y me tapó los ojos.
- ¿Qué... haces? – logré articular.
- Espera.
Oí agua caer de alguna parte, una especie de cascada.
Soltó las manos y pude ver. Ya era de noche, había anochecido rápido, pues eran aún las ocho. Una majestuosa fuente nos rodeaba, llena de luces verdes, rosas y blancas que emergían de ella.
Algo se escuchaba de fondo... ligeramente “Maybe I’m amazed” sonaba a lo lejos, con esa desgarradora voz de McCartney...
- Ryan, esto es... – comenté asombrada.
- ¿Te parece una buena forma de empezar de nuevo? – preguntó acercándose a mí y rodeando con sus brazos mi cintura.
- No puedo creer que me hayas traído aquí, esto está vacío; ¿es también cosa tuya? – dije divertida.
- No, eso fue solo una casualidad – sonrió. Me quedé cara a cara con él, y sus ojos brillaban. – Anoche no lo hicimos bien, tendría que haber sido así.
Iba a replicar, pero su rostro se acercó hacia mí y mi mente desapareció entonces. Le rodeé con los brazos mientras me besaba, y él no me soltó en ningún momento. Paró lentamente y me susurró:
- Te quiero. Te quiero mucho.
No pude evitar sentirme un poco insegura, aun sintiendo unos cosquilleos cuando me lo dijo.
- ¿En serio? – pregunté.
- No lo dudo, no podría dudarlo – dijo acariciándome el pelo, y luego volvió a besarme, más intensamente que antes.
- Es que es tan... raro... nos conocimos el miércoles y...
- Sé que es ‘raro’, como tú dices, pero no puedo negar lo evidente.
Sonreí.
- Sí, tienes razón. Además creo que no te lo he dicho.
- ¿El qué?
- Que yo también te quiero.
Esta vez nos abrazamos. Las últimas notas de la canción y el viento azotaron nuestras caras.
- ¿Volvemos? – me preguntó.
- Mejor. Nos estarán esperando... o no.
- ¿Cómo que no? – se extrañó.
- Ryan... pareces cortito... ¿no les viste esta mañana enredados en las sábanas? Además, ayer cuando vine de comprar las bebidas le pillé en el salón... – carraspeé. Se apoyó en una barandilla:
- ¿Quéééééé? ¿Brendon? Pero si no pilla cacho desde hace más de un año – dijo rompiendo a reír.
- Pues ya le ves...
- Las mata callando... oye, ¿cogemos bus o volvemos andando?
- Prefiero caminar – le dije.
- Como quieras.
Cogió sus wayfarer, me las puso y empezó a caminar, no sin antes pasar un brazo por mis hombros y besar mi cabeza.
- Ya te has quedado a gusto con lo de las gafas, ¿eh? – comenté.
- Sí, por fin. – respecto a lo de Vi y Brendon, comentó:- Espero no encontrarme con ellos dos montándoselo en el sofá...
- Tranquilo, creo que ya han aprendido la lección.
- De verdad... qué guarretes; tuvieron que pasar un bochorno cuando les pillaste... ¡Joder! Cómo pude haberme perdido algo tan... heavy.

Su casa no estaba muy lejos de allí, así que caminamos a paso lento.
Me detuve, reflexionando:
- Entonces... ¿estamos saliendo?
Él me quitó las gafas.
- Bueno, los dos hemos dicho lo que sentimos, así que...
- ¿Sí? Entonces sí, ¿no? Bueno, si no tienes problema, claro.
- Depende de cómo seas de posesiva, yo necesito mi libertad.
- Ah, por eso no te preocupes, yo te doy toda la que tú quieras, siempre que tú me la des a mí.
- Veo que buscamos lo mismo- dijo guiñando un ojo.- ¿Subimos y se lo contamos? – añadió indicando con un gesto de cabeza que se refería a contárselo a los otros dos.
- Vale; a ver qué cara se les queda... y a ver si confiesan lo suyo.
- Cobardes – dijo Ry mientras abría la puerta del portal.
Subimos en ascensor hasta el tercero. Una vez allí, cogió las llaves y abrió.
Cuando entramos, estaban Brendon y Vi hablando en el salón, aparentemente tranquilos, como si no hubiera pasado nada; pero no era así. Los dos tenían el pelo mojado, y Vi ya se había duchado en casa.
Ry y yo saludamos, y no tardé en hacerle la pregunta:
- Vi, ¿no te habías duchado en casa?
- ... es que tenía calor.- Se excusó ella.
Brendon rió disimuladamente, pero Ryan y yo lo ignoramos.
- ¿...No tienes que ir a trabajar? Deberías estar ya en el trabajo...
- Al ver que ALGUIEN se retrasaba, ¿por qué yo no?- me recriminó.- Por cierto... se me había olvidado... ¿Me acompañáis?
- Sí... porque nos tienes que contar algo, ¿no? – inquirí.
- Ejem... vayámonos.- Vi era la persona que mejor sabía hacerse la tonta que conocía.
Entonces salimos a la calle, dirigiéndonos al casino; estaba como a veinte minutos de allí.
- ¿No tenéis que decir nada? ¿Dónde habéis estado? – preguntó Brendon.
- Ry me llevó a... ¿cómo se llama ese sitio?
- Bah, no tengo ni idea. Sabéis, la fuente de la plaza de aquí al lado, ¿no?
- ¿La llevaste allí? Qué monería de chico – dijo Vi, sabiendo que estaba poniendo celoso a Bren (Se le notaba en la mirada)
- Y tenía hasta música, ¿cómo lo hiciste?
- No fui yo; en esa plaza siempre ponen rock clásico, por eso me gusta ir allí, y quería que lo vieras.
- Es impresionante – añadí.
- ¿...no pasó nada digno de mencionar? – preguntó con curiosidad Vi. Ry y yo nos miramos.
- Prácticamente empezamos a salir.- dijo Ryan, tan tranquilo.
- Es... genial. ¡Me alegro por vosotros! – dijo Vi abrazándonos.
- No te hagas la tonta – le reproché-... ¿Y tú no has hecho nada interesante esta tarde?
- Ehm... bueno, lo contaré, pero solo porque Ryan no lo sabe.
- ¿Qué no sé qué? – preguntó éste.
- Que Brendon y yo estamos juntos- comentó Vi, sonriente.
- Guau... qué sorpresa... – comentó Ry con fingida sorpresa. No pudimos contener una risa.
- Eh, no os riáis.- nos regañó Vi con el ceño fruncido.
- Si hacéis una buena pareja, lo que pasa es que... vaya sorpresa, eh – dijo RyRo.
- Oye Vi, y mientras tú trabajas, ¿yo qué hago?
- Tú tómate una copa con ellos y luego te presento a mis amigas.
- Genial.
- ¿En qué trabajas? – le preguntó Ry... la pregunta más inteligente, pues ninguno se lo habíamos preguntado.
- Soy gogó – respondió con una gran sonrisa.
- Ahí va la hostia, Brendon. Tantos años de abstinencia al final... – le dijo Ryan a punto de reír, dándole unas palmaditas en la espalda, fingió emocionarse.
- Gilipollas...- farfulló Brendon. Cómo le gustaba meterse a Ryan con él...

*Capítulo 8b: Memory Lane

*Capítulo 8b: Memory Lane

Cuando abrimos la puerta no pudimos evitar soltar unas carcajadas. Estaban los dos dormidos profundamente.
Vi estaba tumbada ligeramente hacia la izquierda mirando a Brendon, y éste a ella; tenía el brazo sobre su cintura.
Era una estampa bastante romántica hasta que caí en la cuenta de que se conocieron ayer, aunque puede que hubiera un flechazo...
Con el ruido de nuestras risotadas, Brendon se despertó, pero Vi seguía sopa... entonces recordé que la forma más eficaz de despertarla era con luz, así que me aproximé a la ventana.
- ¿Qué haces? – me preguntó Brendon.
- Despertarla. A veces la única manera es... – subí la persiana y dejé que la luz entrara a la habitación.
- Oh joder, qué sueño.- Protestó Vi.
- ¿Lo veis? – dije con voz triunfal, los dos chicos rieron.
- Buenos días...- saludaron a coro.
- Voy al baño – dijo Vi precipitándose fuera de la habitación. Brendon se puso las gafas y bostezó. Luego se oyeron las arcadas de Vi al vomitar.
- ¿Qué hora es? – preguntó sentado en la cama.
- La una y media- le contestó Ry.
- ¡Joder! ¡Hostia puta! – y tras este repertorio, Brendon se puso la camiseta y los pantalones, a todo correr.
Al momento llegó Vi.
- ¿Todos vestidos menos yo? Pues ya estáis saliendo, que la menda se tiene que vestir.
Así que todos salimos (menos ella, claro), y preparamos unos sándwiches para comer.
Ryan no se despegaba de mí.
- Esta noche te llevo a ‘Sam’s town’ – me susurró.
- No; Vi me dijo que la acompañara al casino donde trabaja, lo siento. – me disculpé.
- Entonces nada – dijo apartándose de golpe.

Estaba un poco confusa con su comportamiento, pero ya quedaría con él, tenía tiempo. Quería volver a pasármelo bien con Vi de nuevo; debía comprenderlo.
- ...Pero podemos quedar otro día – le dije.
Se dio la vuelta.
- Cuando tú quieras. Mañana es domingo, pero paso el día con mi familia. Esta semana vamos a ensayar todos los días, así que el próximo viernes o sábado, que los tengo libres. – dijo. Joder con su agenda...
- ¿El viernes? – Propuse.
- De acuerdo – dijo mientras alejaba a poner la mesa.

Y... ¿A qué me dedicaría a hacer toda la semana? ¿Irme de farra de lunes a jueves con Vi? Vale que quería fiesta, pero el cuerpo de una tiene un límite...
Aunque no era mala idea; Vi sólo trabajaba sábados y domingos en junio y julio, según me había contado.
Estuvimos comiendo en el salón, todos en silencio.
- Vi, ¿A qué hora vas a trabajar? – le pregunté, rompiendo el silencio.
- Mmm... a las diez salimos de aquí; vosotros podéis quedaros.
- Pero... si llevamos aquí un día, parece que no tenemos casa, ¿Por qué no os venís cuando acabemos de comer? – sugirió Brendon.
Vi me miró, aunque no sé para qué, porque decidió ella sola...
- Iremos.
Vi y yo nos arreglamos un poco. Ellos esperaban en el salón. Cuando estábamos en el baño alisándonos el pelo, Vi me preguntó:
- ¿Te enrollaste con Ryan? – viva su “discreción”...
- Bueno... anoche cuando nos emborrachamos... – me miraba atónita, y continué.- Pero hoy he actuado como si no hubiera ocurrido nada. No me acordaba, él me lo dijo. Esta mañana me dijo que si para repetir tendría que emborracharme de nuevo.
- ¡Vaya! – dijo totalmente asombrada- ¿Y qué le dijiste?
- Que sí. Quiero ponérselo difícil...- sonaba bastante estúpida, la verdad; pero no quería dar la impresión de que era una facilona.
- Pero si estás coladísima por él.
- Ya...
- Siempre poniéndoselo difícil a los chicos – comentó poniendo los ojos en blanco.
- Soy así; me toca mucho los cojones los tíos que van de ligones, ¡No puedo con ellos!
- ¿Crees que Ryan es así?
- Sí... No... No lo sé.
- No creo, parece un buen tío.
- Yo también lo creo, pero las apariencias engañan... – decidí cambiar de tema. - ¿Y tú con Brendon qué tal? Ya sé que bien, pero dame detalles.
- Muy bien... Me gusta mucho, aunque no he hablado mucho con él.
- Hoy sí; vamos a su casa.
- ¡Sí! – Vi estaba realmente eufórica.
- ¿Salís ya? Brendon se está meando – se le oyó a Ryan gritar desde el salón.
- Tú te callas – le refunfuñó Brendon-, además te toca a ti poner el Guitar Hero.
Salimos del baño al fin, Brendon nos dio las gracias unas mil veces mientras entraba corriendo al baño y cerrada la puerta.
- Creo que voy a prolongar mi estancia aquí; porque llevo aquí dos días y no quiero volver. – admití.
- ¡Sí! Pues en dos semanas se lo dices a la de la inmobiliaria y ya lo irás pagando.
- Será mejor entonces que busque un trabajo.
- ¿Qué? ¿Al final te quedas hasta septiembre? – me preguntó Ry con mirada ilusionada.
- Creo que sí, pero no sé aún.
- Te puedo conseguir un puesto en la tienda de música donde trabajo.
- No te preocupes, me puedo apañar sola. – le contesté secamente, demasiado...
- Era por ayudarte- dijo un tanto ofendido.
- No quiero que pelotees a nadie para que trabaje allí.
- Sólo quería ayudarte...
- Te lo agradezco, de verdad.
Dicho esto, Brendon, que ya había salido del baño, carraspeó:
- ¿Nos vamos?
- Sí – dijo Vi con desesperación. Al momento me miró con cara de “lo vas a perder”.
Tragué saliva. Salimos de la casa y nos dirigimos hacia la suya. Como Vi iba con Brendon, yo me junté con Ryan, pero no hubo conversación, además su casa estaba prácticamente al lado.
Pasamos toda la tarde hablando Vi y yo; ellos escuchaban. Yo les hablaba de Manchester, de Macclesfield y de Capesthorne; Vi de cómo se fue de casa y escogió Las Vegas para escapar de todo, y ellos escuchaban fascinados. A eso de las nueve y diez, salimos de su casa para ir al casino donde trabajaba Vi, el ‘Golden Goose’.
Como antes, Vi y Brendon caminaban muy juntitos, mirándose de una forma empalagosa. Esta vez, Ryan se acercó a mí, justo cuando pasábamos por una estrecha calle; y me soltó:
- ¿Cómo es que hoy estás tan borde conmigo? Yo no te he hecho nada.
- No sé... simplemente me siento así. Lo siento.
- Cada uno es como es... sé que es por lo de anoche.
- Puede...
- ¿Ves? Pero no debes molestarte conmigo, pues fuimos los dos.
Se paró en seco y me miró sonriente:
- Tengo una idea; sígueme.

***

*Capítulo 8a: Memory Lane

*Capítulo 8a: Memory Lane

Ryan estuvo callado durante un rato, finalmente habló.
- Anoche tú y yo nos liamos
Palidecí de pronto.
- Qu...¿qué?
- Sí...estábamos muy bebidos. Pero no sé por qué tú no lo recuerdas y yo sí.
- Cuando me emborracho no me acuerdo al día siguiente.
Hubo un silencio.
- ...liándote te refieres a...
- Sí. Nos besamos y luego nos fuimos a tu habitación a ...-calló.
Tragué saliva.
- No puedo creer que perdiéramos tanto el control.
- Ya ves.
Los dos mirábamos al suelo.
- Me desperté hoy temprano para ir al baño y me puse los calzoncillos, te puse a ti con cuidado tu ropa interior y me fui a dormir al salón.
- ¿Por qué no me contaste nada?
- Te lo estoy contando.
- Ya, pero porque te lo he preguntado, que si no...
- No te habría ocultado nada. Tenlo por seguro.

Fui hacia mi habitación para vestirme, no sin una sonrisa que no pude contener.
Puse los altavoces del mp4 mientras me vestía. Cogí la ropa de la noche anterior y me cepillé el pelo .
Deborah Harris paró de cantar de golpe cuando apagué el altavoz y el aparato.
Cuando salí de la habitación me dirigí al salón, donde estaba Ry ya vestido, con la ropa de ayer también.
- Hola – le dije un poco avergonzada.
- Hola – contestó él-, oye, ¿estás molesta por lo de anoche?
- No, aunque es un poco frustrante no recordar nada.- Los dos reímos.
- Siempre se puede repetir – indirecta directa que soltó aquí el amigo. Se me quedó mirando, esperando una respuesta. Decidí poner la cosa interesante.
- O no.- Dije con una sonrisa, él captó mis pensamientos.
- Podría emborracharte de nuevo...- los dos reímos cuando caí en la cuenta de...
- Oye, ¿qué hacen Vi y Brendon? Ya es la una y media y aún no han salido; no se oye nada.
- Igual se han muerto, vamos a ver – y nos dirigimos a la habitación de la susodicha.

*Capítulo 8: Whiskey in the jar

*Capítulo 8: Whiskey in the jar

Entonces salió Vi de la habitación, con un vestidito por las rodillas, con unas coletas recogiendo su pelo y sombra naranja ligeramente extendida por sus párpados. Estaba muy mona, no como yo, con piratas y camiseta medianamente formal, sin maquillar ni nada. Fui al baño y me hice un poco la raya en los ojos.
Brendon salió corriendo a ponerse su camiseta, las gafas (o en su defecto lentillas) y a peinarse; no quería dar explicaciones (aún).
Me alisé el pelo; así estaba mejor.
Ya estábamos todos en el salón y Vi y yo sacamos unas cervezas y coca-colas de la nevera.
- Tía, es que ha sido... – me dijo Vi susurrándome al oído, aprovechando que Bren estaba en la terraza.- Me encanta.
- Ya veo. – comenté irónicamente.- No sabía que fueras TAN rápida.
- Cuando un chico me gusta de verdad, sí.
- Pero... ¡Si no le conoces!
- Ahora más que tú.- Me dijo sacando la lengua.
- Te lo tiraste sin conocerle.- Le eché en cara.
- Fue una atracción mutua. Mirarnos y... saltó la chispa. Ya tendré tiempo de conocerle, me va a pedir una cita.
- ¿Cómo lo sabes?
- Me lo ha dicho.
- Ah, pero, ¿qué os ha dado tiempo para hablar? – reí.
- Pues claro que sí, idiota – ella también rió.- Tampoco una charla trascendental... sólo hemos dicho de donde veníamos, edad, trabajo... y lo de la cita.
- Wow, qué charla más trascendental... pero de todas formas me parece una forma muy brusca...
- Claaaaaro porque yo no soy como tú, que esperas mínimo una semana o lo que se precie...
Refunfuñé.
- Será porque necesito conocerle antes. Y no puedo acostarme con él si no me gusta.
- ¿Y con los que te liaste en las fiestas de Helen, Jack y Amber...?
- Esos me gustaban. Mucho. Les conocía del pueblo...
- Bah, chorradas- dijo, dando por zanjado el tema.

Llamaron a la puerta y lo cogí yo. Era él.
- ¡Ey! Venid, están echando Fall out Boy en Fuse.
- Pero esos, ¿quiénes son? – preguntó Vi.
- ¡¿No los conoces?! – exclamamos Bren y yo a la vez. Entonces tarareé un poco de ‘Dance dance’
- Ah sí, ya sé.
- Menos mal.
Ryan entró por la puerta.
- Buenas – saludó quitándose el sombrero.
- Hola Ry... esta es Vi – dije, presentándoles.
- Hola. – dijo dándole un par de besos.- No sé si os habrán presentado. Vi, éste es Brendon.
Vi soltó una risita nerviosa y Brendon sonrió tímidamente.
- ... ya nos conocemos.- Dijo él.
- ¿Ah sí? Pues mejor.
Carraspeé.
- Siéntate, ¿No? ¿Qué queréis tomar?
- Es que de verdad, Jazz... viniste ayer y ya te sientes anfitriona. – dijo Vi, haciendo reír a los chicos.
- Cuánta confianza, ¿no? Si os conocisteis ayer. – dijo Ry.
- Más bien nos reencontramos. Éramos mejores amigas en el instituto de Capesthorne, nuestro pueblo.- expliqué.
- ¡Wow! ¿La amiga molona chiflada que se pone gafas por la noche? – preguntó Ryan.
Vi sonrió forzosamente y me dijo al oído:
- Jeje... podías haber cerrado un poco el pico, gracias.- luego, subió el volumen- Seh, soy yo.- Dijo, esta vez, con pose chulesco.
Todos reímos, aunque a Brendon se le quedó cara de WTF?
- Ya te lo contaré.- Le aseguró Vi.
- Cool – respondió éste, y le guiñó un ojo a Vi, quien se sonrojó y soltó una risita tonta.

Ryan me miró extrañado.
- ¿Qué me he perdido?
- Creo que ya te lo contaré... también.- Le dije mirando al suelo.
- Vale... a propósito...¿esto quiere decir que nos veremos a menudo? – preguntó Brendon.
- Espero que sí.- Confesó Vi contenta.
- Brindemos para celebrarlo.- Dijo Ry con una gran sonrisa.

Tras esa copa vinieron otras cuantas, sólo recuerdo risas, muchas risas.
Al día siguiente cuando me desperté el dolor de cabeza era insoportable, así que decidí ir a prepararme un café.
Para mi sorpresa, Brendon y Ryan estaban dormidos, cada uno en un sofá. Decidí no molestarles, pero, ¿por qué seguían allí? ¿Qué había pasado?
Sacudí la cabeza. Creo que jugamos a un strip póquer, según los recuerdos venían a mi cabeza. Los dos chicos estaban en bóxers, y yo en ropa interior.
Joder, cómo me dolía la cabeza.
El sonido de la cafetera despertó a RyRo.
Se levantó dando tumbos mientras terminaba de abrir los ojos y se rascaba la cabeza lentamente.
Vino hacia mi y me dio un beso en la mejilla.
- Buenos días – me dijo mientras me miraba a los ojos.- ¿Qué le echaste al whisky anoche?- rió.
- Buenos días. No... no lo sé. Voy a por una bata.
- Vale.

Entré a mi habitación y cubrí mi piel con la bata que me regaló mi madre ese mismo año: fina y turquesa.
Al volver, Ry estaba en el baño, así que fui preparando el desayuno: tostadas, donuts, galletas, cereales y cafés (además de un poco de leche fría con cacao soluble para Vi).

A la media hora ya estábamos desayunando con Brendon, que ya se había despertado. Pero no tenía tanta resaca como Ry y yo.
Bueno... Ry no parecía muy resacoso.
Por lo menos parecía acordarse de la noche anterior, no como yo. Luego le preguntaría.
Brendon interrumpió el silencio:
- ¿Y Vi?
- Tu sabrás. – Bromeé, pero éste me miró con mala cara, como diciendo “no, va en serio”. – Yo que sé... estará durmiendo.
- Son ya las doce.- Se extrañó Ryan.
- No te digo más que desde pequeña la llamábamos ‘marmotilla’ mis otras amigas y yo.
- Vaya...¿La molestaría si entro a despertarla?
- Yo creo que si entras tú, no.
- ¿Ha pasado algo de lo que no me haya enterado?- preguntó Ryan aún más extrañado.
- Nada importante.- dije sorbiendo un poco el café, a la vez que me abrasaba la lengua lentamente.

En fin, Brendon sonrió y fue a la habitación del fondo, aparentemente sin intención de volver en un rato.
Aproveché para preguntarle a Ryan:

- ¿Qué paso anoche después de la quinta copa?

* * *

*Capítulo 7: Do you know what I’m seeing?

*Capítulo 7: Do you know what I’m seeing?

Me desperté a las once de la mañana; me desperecé y subí la persiana, pero no mucho, puesto que estaba en sujetador y bragas. Me vestí con unos pantalones pirata y camiseta de Guns n’ Roses. Recogí mi pelo con una cinta, dejándome el flequillo en su sitio.
Salí de mi habitación para dirigirme a la cocina y llenar un poco mi estómago; vacío, pero poco fan de los desayunos, sean copiosos o simplemente una barra de cereales; no podía.
Vi estaba sopa en el sofá, respirando profundamente. Cogí una taza y fui echando en ella leche y café soluble que encontré por ahí. Tras meterlo en el microondas, le eché unas cucharadas de azúcar y me senté en la terraza a tomármelo. Veía perfectamente a la gente por la calle cuando saltó la incógnita del día: ¿Qué cojones iba a hacer hoy?
Era viernes; al final, me decidí por coger el metro, pararme en la estación que más me llamara la atención (por lo que fuera, soy así de rara), y volvería a la hora de comer. Luego me ducharía y llamaría a RyRo (sí, me había dado su móvil). Hale, por fin ya tenía planes para hoy; perfecto.
Dejé la taza vacía en el lavavajillas y fui a cepillarme los dientes; luego me puse las deportivas, cogí el bolso y salí con cuidado para no despertar a la Bella Durmiente que soñaba en el sofá apaciblemente.
Salí del apartamento y saqué mi mapa del bolso para mirar dónde estaba la estación de metro más cercana.
Dos calles más para adelante, allí estaba.
No había mucha gente, así que bajé las escaleras y me compré un billete de ida y vuelta.
Cuando miré las estaciones, decidí bajarme en Paradise, a una parada de la mía, East Las Vegas.
Bajé del vagón unos trece minutos después, y me encontré con un aluvión de gente que iba y venía, ya que, además de ser el barrio más poblado de la ciudad, el aeropuerto estaba cerca. No había visto tantos hoteles juntos. El Caesars Palace se alzaba imponente, mostrando sus columnas pseudo romanas, aunque su máximo esplendor sería por la noche, claro. Los músicos callejeros saludaban a la gente mientras tocaban sus piezas. Tampoco había estado en un lugar en el que la gente se parara tanto para darles la calderilla que tuvieran a mano.
La mañana se me pasó volando, sobre todo cuando el número de Vi apareció en la pantalla de mi móvil a la una.
- Hola... –dijo con voz de recién levantada- Oye... tú, ¿dónde estás?
- Estoy en Paradise. Te lo habría dicho, pero estabas tan dormida...
- Lo siento, es que soy así de dormilona.
- Lo sé de sobra. –reí
- Cierto.
- Voy para allá, ¿OK?
- Oh, no te preocupes, si como me acabo de levantar, no hay prisa para comer.
- Que sí, que sí; que además tengo que ducharme y llamar a Ryan
- Ah, es verdad.- Noté su cambio de voz; de ronca a cantarina.- Nos vemos.
- Ciao- dije antes de colgar.

Cogí el metro de nuevo y, mientras iba avanzando, observaba a la gente tan peculiar que había, nada que ver con la oscura Macclesfield.
Llegué justo a la hora de la comida; saqué las llaves y, al momento, ya estaba en nuestra planta.
En el salón estaba Vi comiendo patatas fritas mientras veía las noticias (cómo no, sin prestar atención).
- Hola – saludé.
- Ey – dijo ella.- Oye, voy a hacer algo de pasta para comer, ¿te parece bien?
- Claro; ¿te ayudo?
- No, si ya está hecho, sólo hace falta dejar que se enfríe un poco y lo sirvo.
- Ah, bueno, vale. Ya sabes, para lo que sea, avisa. Después de comer me ducharé e iré a comprar algo para beber esta noche, que al parecer anoche te lo acabaste todo.- Bromeé.

Las dos reímos.
- ¿Qué quieres? ¿Ponerte pedo para liarte con Ryan?
- No, no. Qué dices. – dije, apartando la mirada.- Aún es pronto para decírselo, se creerá que a la mínima ya me gusta... así que, como mínimo, hasta la semana que viene.
- Joder, cómo aguantarás tanto. Si a mí me mola un tío, me lío con él incluso la misma noche que lo conozco, qué cojones.
- Vaya cacho de putilla estás hecha, por lo que veo – dije poniendo la mesa.
- Oh, puta no. Sólo un poco impaciente. – Se justificó.
- Será eso.- Admití finalmente.

Fuimos calentando los espaguetis y echando salsa en ellos. Comimos lentamente en silencio. Cuando acabamos, metimos los platos, vasos y cubiertos al lavavajillas y miré el reloj; eran las tres. Lo reconozco, estaba muy nerviosa, ansiosa por verle. Vi parecía impaciente por conocer a Brendon (según ella no ligaba desde hacía unos meses, una eternidad para ella).
Escogí mi ropa para la tarde, los mismos pantalones y una camiseta un poco más formal.
Después de elegir la ropa, me metí en la bañera con el corazón latiéndome a mil por hora.
Rápida y fría, la ducha acabó a los cinco minutos de haberme metido en ella.
Me vestí rápidamente, y, tras jugar un rato con la PSP que me había traído para el viaje, me dispuse a bajar a la calle después de saber que la tienda de ultramarinos de al lado estaba ya abierta.
- ¿Qué compro? – pregunté antes de bajar.
- Pues no mucho. Vamos, yo creo que con whisky, ginebra y con un poco de vodka...
- ¡Hala, la otra!
- Así ya tenemos para estas semanas – dijo riendo mientras cogía una revista de uno de los cajones.
- Ah, vale, como quieras. Bueno, me bajo.
- No tardes mucho.
- Ya, tranqui.

Una vez en la calle, noté que alguien llamaba a nuestro portal, pero por no darme la vuelta, seguí andando hasta unos números más abajo.
Tardé diez minutos en escoger las bebidas y todo eso, comprar marcas, precios...
Salí de allí con la bolsa y fui directa a casa, pues tenía que llamar a Ry.
Subí con ritmo acelerado las escaleras, provocando un sonido de choque entre cristales de las botellas.
Entonces abrí la puerta, y... la bolsa casi se me cae al suelo. Mis ojos estaban a punto de salirse de sus órbitas, y mi boca se abrió hasta dejar paso a una cara de sorpresa en toda regla.
¿Qué por qué esta repentina sorpresa?
No ves todos los días a tu mejor amiga (con la cual te reencontraste ayer) tirándose al mejor amigo del tío que te gusta en el salón de tu piso compartido (casualmente) con ella.
Pararon de repente, y se volvieron lentamente hacia mí, aún en shock, cómo no. Brendon cogía las piernas de Vi aún cuando ella me miró con cara de horror.

- Oh... ¡Jazz! Lo... lo siento. Pensé que ibas a tardar más. – Se disculpó Vi apartándose de Brendon, mientras éste se ponía los boxers, aún con la cara colorada.
- No... no te preocupes; creo... creo que voy a bajar al parque a abrirme la botella de vodka y respirar...
- Oh, no; parecerás una yonqui. Quédate.
- Es que... os he dejado a medias. – Entonces Brendon rió mientras se tapaba la entrepierna con las manos. Llevaba gafas y se había dejado un poco de perilla. – Voy a bajar a tomar un poco el aire- y añadí en un susurro:- qué heavy, colega.

Allí se quedaron los dos, sentados cada uno en un rincón del sofá, con la cara al rojo vivo, semidesnudos y mirada ausente.
Pero sé que cuando cerré la puerta para irme, se miraron y levantaron del sofá. Les vi de reojo.
Al final bajé sin botella, pero sólo quería salir del shock. ¿Se conocían? ¿Cómo había entrado Brendon? Me senté en un banco cercano; sabía que habían vuelto a las andadas, aunque esta vez sabía que no lo harían en el salón; más les valdría haber aprendido la lección...
Pasó un cuarto de hora; ya eran más de las cinco. A ver si acababan y podía llamar a Ryan de una vez.
De modo que subí de nuevo al piso; se oían ruidos desde la habitación de Vi y no pude evitar reírme. Puse ‘FuseTV’ y disfruté de Metallica durante media hora como si fuera una pequeña metalera.
Cuando James cantaba intensamente ‘Master of puppets’, una de mis canciones favoritas, y yo hacía los coros (‘Master! Master!’), Brendon apareció por el pasillo, sin camiseta, despeinado, y esta vez, sin gafas.
- Eh... hola – saludó, interrumpiendo a Kirk Hammett en su solo.
- Ah, hola.
- Oye, siento mucho lo de antes. No sé qué pensarás ahora de mí...
- Nada. Es algo normal, hombre... lo que pasa es que no pensasteis que el sofá está justo en frente de la puerta de entrada.
- Ya – rió.- Pero no nos dio tiempo a pensar.
- Joder, qué precoces, tío. Me ha costado salir del shock.
- ¿Cómo es eso?
- Es que ella es mi mejor amiga, ¿no te lo contó?- el negó con la cabeza... A ver, Jazz, ¿Cómo van a contarse su vida si hace media hora que se conocen y además esa media hora les ha servido para... conocerse más... ‘a fondo’?- Bueno, pues hacía dos años que no la veía; me reencontré con ella ayer, y de repente, me la encuentro esta tarde, que, Oh inocente de mí, volvía de comprar la bebida para hoy, retozando contigo, que te conocí ayer, en el sofá de nuestro piso compartido.

Brendon palideció. No pude más y estallé en carcajadas.
- Me ha quedado demasiado... dramático; tiene gracia.
- Esto parece un culebrón hispano...
- ¿Llamo a Ry?- pregunté al fin.
- Vale, Violet se está vistiendo.
- OK. – Me levanté a coger el móvil y busqué su nombre en la agenda. Ahí estaba. Llamé... el pitido duró pocos segundos. -¿Ryan? Sí, hola. Soy Jazz; sí, Bren está aquí. Ajá, normal que no te cogiera el móvil- dije girándome hacia Brendon, que bajó la mirada con una sonrisita.- No no, no ha pasado nada... Oye, que puedes venir cuando quieras. No, no hace falta, encargaremos unas pizzas o algo. Hasta ahora.- colgó.- Listo, ya viene para acá.

*Capítulo 6: Into the night

*Capítulo 6: Into the night

Me llevó a dar una vuelta por toda la zona de los casinos; la que se ve en las película, vamos.
Caminamos y caminamos sin rumbo, aunque Ryan parecía orientarse muy bien (normal, era su ciudad). Saludaba a mucha gente que se lo cruzaba, entre los cuales, había chicas, muy guapas, y no pude evitar sentir una punzada de celos.
En la puerta de un pub nos detuvimos:
- ¿Tomamos algo? – me preguntó
- Vale.
- Pero solo una copa. Luego nos pasamos por mi casa a tomarnos algo y te presento a Bren.
- Guay – sí, ese día era para mí de ‘pocas palabras’.

Entramos al local, donde la música no estaba muy alta, algo que se agradecía. Pedimos dos gin-tonic. Cuando íbamos por la mitad del vaso, más o menos, se disculpó un momento:
- Ahora vuelvo – y se giró hacia una chica rubia platino muy sonriente con vestido corto.
Se dieron dos besos y hablaron un poco. Mientras, yo bebía un poco más de mi bebida. La cara de desagrado de él desentonaba con la de ella, sonriente. Tras un rápido ademán con la mano, él volvió a mi lado con cara de enfado.

- Argh, no la soporto
- ¿Quién era?
- Mi ex. Siempre hace cualquier cosa con tal de intentar fastidiarme.
- Yo también tengo algún ex molesto...
- Y ¿ahora tienes novio?

Palidecí un poco.

- No. Me dejó hace dos meses – dije mirando hacia abajo.

Me alzó la barbilla e hizo que le mirara a los ojos.

- Hay que ser muy estúpido para dejar a una chica como tú. – Noté cómo me sonrojaba un poco. Le di un abrazo como muestra de gratitud.

... definitivamente, el alcohol había hecho algo de efecto en Ryan.
Carraspeó y sonrió un poco. Cuando nos acabamos las bebidas, pagó él, a pesar de mi desacuerdo; y me invitó a su casa para conocer al fin a Brendon.

Así que salimos con la dirección a su casa, dejando el bullicio y jaleo de esa zona.
- En fin... ¿qué te parece? – me preguntó expectante.
- ...interesante – pude articular finalmente.
- Un día de estos te llevo a un casino
- Genial, qué ilusión- dije realmente ilusionada.
- Yo alguna vez trabajé de croupier para sacarme algún dinerillo... – siguió hablando, pero yo desconecté porque estaba demasiado ocupada imaginándome cómo le quedaría el esmoquin... bastante bien, porque este tío tenía una percha... – y entonces la tía me dijo: “¡Pero si me has dado treinta fichas de menos!”, y ahí acabó mi carrera.

Me reí, aunque sólo había oído el final de la historia.
- Yo también podría probar suerte...
- Por intentarlo...

Mientras llegábamos a su apartamento, me explicó cómo jugar al póquer y al blackjack.
Paró en un bloque de pisos cerca de mi zona y sacó las llaves.
Subimos en ascensor hasta la tercera planta. Y allí, giramos a la izquierda, buscando la puerta indicada.
Eran las once de la noche y había bastante ruido por allí, a lo que respondí poniendo cara rara.

- No te extrañes; es Las Vegas, de noche, en junio y en un apartamento. – aclaró.
- Ya, es que en mi pueblo y en Macclesfield a esta hora es imposible encontrar a alguien despierto.
- ‘Vegas is different’- sonrió -, por eso viniste, te lo recuerdo.
- Ya – puse los ojos en blanco-, pero era inevitable que me extrañara, aún no me he adaptado.

Se oyó un desgarrador sonido de guitarra eléctrica al otro lado de la puerta.

- Ése que oyes es Brendon – y dicho esto, abrió la puerta.

Pasamos al salón, donde estaba sentado un chico que parecía de mi edad, con gafas; ojos grandes y oscuros; labios muy carnosos y pelo negro con flequillo, tapándole ligeramente una parte de la cara. Estaba muy concentrado tocando la guitarra, una stratocaster (o imitación) en rojo y negro.
Paró de repente y se nos quedó mirando.
Así que este era Brendon, con cara infantil, aspecto inocente y muy atractivo.

- Ah, hola Ry. ¿Es esta tu amiga? – dijo levantándose. Llevaba una camiseta de manga corta blanca y vaqueros desgastados.
- Sí. Ella es Jazz – me presentó Ryan.
- Encantada, Brendon – le saludé.
- Igualmente- dijo éste riendo. – Y perdón por el desorden.

La casa estaba manga por hombro, una leonera. Pero para mí era comprensible, total, yo era igual...
- No pasa nada – le tranquilicé
- Siéntate, anda – me dijo Brendon mientras le daba un trago a su cerveza- ¿Qué quieres tomar?
- No sé... ya he bebido algo por ahí, así que algo ligero, a poder ser. Además, estoy cansada del viaje.
- Vaya calor que hemos pasado- concluyó Ryan.
- Cierto – añadí

Ryan sacó una botella de whisky y me sirvió un poco en un vaso.
- ¿Así? – me preguntó mientras lo iba llenando poco a poco.
- Perfecto, gracias – le dije mientras cogía el vaso.
- ¿Has escuchado Panic at the disco? – me preguntó Brendon.
- ¿…que si he escuchado qué? – me extrañé.
- Es que nuestro grupo se llama así. Se me olvidó decírtelo.- aclaró Ryan, algo avergonzado.
- Ah, sí. Ryan me enseñó una canción vuestra.
- ¿Sí? Así me gusta, RyRo, haciendo publicidad del grupo... aunque, si no dices el nombre, buen negocio harás- dijo Brendon mientras todos estallábamos en carcajadas. Noté cómo los párpados se me bajaban.
- Creo... creo que me voy ya; tengo mucho sueño – admití.
- Te acompaño a casa, es fácil perderse por aquí – se ofreció Ry levantándose.
- ¿Dónde está tu apartamento?- me preguntó Brendon.
- Por aquí cerca, en Warhol Street. Mañana pasaos si queréis.
- ¡Genial! ¿A qué hora? – a Brendon se le notaban ganas de fiesta...
- Cuando queráis, pero primero tendré que consultarlo con mi compañera de piso.
- Claro, faltaría menos.
- Ahora vuelvo, Bren – se despidió por un momento Ryan de su amigo, precipitadamente. – En diez minutos estarás en la puerta, te lo aseguro. – me dijo
- Vale, tú tranquilo. Qué calculador, madre mía... – dije mientras abría la puerta. – Hasta otra, Brendon. – Y éste se despidió con un rápido ademán.

Entonces salimos y cerró la puerta. Al ver mi cara de zombi, bromeó:
- Joder, no aguantas nada – dijo; pero, al mirar mi expresión, pareció preocupado. -¿Quieres que te lleve en coche?
- No, no hace falta. Puedo aguantar; gracias de todo modos. – le agradecí
- Como quieras.
- ¿Cómo puede ser que tú no te mueras de sueño como yo? – le pregunté intrigada.
- Soy más de vida nocturna. En verano duermo cuatro o cinco horas a partir de las cinco. – confesó sonriendo.
- La verdad, no tengo ni puta idea de cómo aguantas – dije bostezando.
- Ya es la costumbre – admitió él.

Esta vez no hubo tema de conversación, sólo podía pensar en camas, cómodas y mullidas camas...
Tras girar una calle paralela a la suya, allí estaba mi puerta.
- Bueno – concluyó, prolongando la ‘e’, mientras miraba al cielo.
- Hasta mañana, pues.
- Nos vemos, ¿no? - ¿Es que este tío no se pispaba o qué?
- Sí, claro – dije poniendo los ojos en blanco.- Eres el único que conozco de esta ciudad. Bueno, tú y Brendon.
- Ya conocerás más gente, y querrás dejar de verme – dijo sonriendo pícaramente.
- Vaya tonterías dices – dije riendo- ¿En serio eres tan insoportable?
- Puede que exagere un poco.
- Ah, bueno. En fin, me voy ya, que me caigo. Adiós.
- Adiós. – y se quedó allí, delante de la puerta, no le oí irse.

Mientras subía al primer piso, una música iba llegando a mis oídos, cuando reconocí la mítica voz de Joey Ramone. ¿Cómo esta gente no se quedaba sorda? Y más a estas horas de la noche...
Cuando llegué a mi planta, comprobé que la música venía de la puerta de mi apartamento. Oh, mierda. Me había debido de tocar a la típica tía fiestera y trasnochadora americana. ¿Por qué a mí?

Respiré hondo, saqué las llaves y abrí la puerta.
Lo primero que vi fue a una chica castaña saltando en el sofá en boxers y camiseta de pijama con un vaso de algo parecido a whisky en la mano mientras cantaba ‘Blitzkrieg bop’. Cuando me vio, paró en seco; parecía que había visto un fantasma. Apagó la música con un rápido ‘click’ desde el mando a la vez que bajaba del sofá. Me sonaba mucho.

- E...¿eres...? ¿Mi compañera de piso? ¿No íbamos juntas a clase? – Me preguntó intrigada.
- Soy... Jasmine Broderick, Jazzie; espera... tú no eres...¿Vi? – Dije con los ojos a punto de salirse de mis órbitas.
- ¡¡¡Jazz!!! ¡No me lo puedo creer! – saltó para abrazarme. – Oh dios, cuanto tiempo. Jazz ‘Brode’ y Violet Morris por fin juntas, después del instituto.
- Pero, ¡cuéntame! ¿cómo tú por aquí? – No me lo podía creer; mi mejor amiga del instituto, ¡estaba aquí!
Llevábamos casi dos años sin vernos ni hablar, por la distancia, más que nada. Yo estudiaba en Manchester, y ella se fue a Cardiff a estudiar.
Teníamos mucho que contarnos desde la última vez que nos vimos.

- Joder tía, qué surrealista – comentó Vi mientras clavaba sus ojos color miel en mí –qué casualidad.
- Ya te digo...
- Bueno, ¿me vas a decir qué coño haces tú aquí o no?
- Vine porque quería salir de Manchester y de Macclesfield
- Tenías que haber hecho como yo; dejar esa mierda de sitio y vivir la vida. Me fui a Cardiff a estudiar económicas, pero vine aquí y me busqué un trabajo. Ahora voy cada noche a un bar de por aquí en el que trabajo, y ya me pensaré más adelante lo de retomar la carrera.
- Vaya, mi vida no es tan interesante – dije bajando un poco la cabeza.
- Bah, seguro que sí. Cuenta, cuenta.
- Bueno... escogí publicidad en la Manchester’s College y ya estoy en segundo. Lo he aprobado todo con dos sobresalientes y como regalo de cumpleaños y de fin de curso, me regalaron este viaje. El destino lo elegí yo. Me llamaba la atención.
- Y de novios... ¿qué tal vas? – preguntó arqueando las cejas.
- Buéh... estuve con Andrew hasta mayo; dos meses. Le dejé porque éramos prácticamente más amigos que novios, así que... Aunque cuando rompimos, me estuvo dando el coñazo para fastidiar, hasta hace poco, que se dio por vencido...¿y tú? – la pregunté, aunque se quedó pensativa un rato. Al momento pasó de estado de reflexión a la pura sorpresa:
- A... Andrew...¿el de...?
- Sí, el mismo.
Abrió la boca aún más y pegó un grito.
- ¡Pero si estaba buenísimo! ¡Qué tía, chaval!
- No es para tanto... – dije riendo.
- ¡Sí que lo es! ¡Wow!
- ¿Y tú con los chicos? Que no me has respondido, pillina.
- Bueno, más que novios, tengo líos. Soy MUY indecisa con los chicos.
- Por lo menos tienes más éxito que yo. – admití. Aunque, cuando iba a fiestas y estaba soltera, a veces me liaba con alguno; o por el exceso de alcohol, o porque me apetecía, pero eso ya me lo guardaba para mí.
- Eso habría que verlo.- rió.

Al cabo de un rato, me senté, me ofreció una copa, pero lo rechacé; ya había bebido suficiente por hoy, y no quería pasar la mañana del día siguiente en la cama por la resaca.
Cuando pasó cierto tiempo en silencio, preguntó:
- Y...¿no hay nadie que te guste ahora?
Me hice la tonta y luego puse cara despistada.
- ¿A mí? No, por ahora no hay nadie que...
- Ya, eh... –dijo interrumpiéndome – Mira, te digo lo mismo que cuando íbamos juntas a clase: Mientes muy mal – dijo recalcando el ‘Muy’.
- Está bien – me rendí.- Me gusta un chico desde el martes, que conocí ese mismo día.
- ¡Ey! Pero de eso hace... ¿3 días?
- Sí... bueno, no sé exactamente, porque prácticamente he perdido la noción de los días. En fin... vino conmigo en el autobús y es encantador, y muy guapo. Me propuso quedar esta noche.
- Madre mía, ¿antes de llegar a LV ya arrasas?
- Sí, bueno... – dije antes de soltar una carcajada silenciosa.- Mañana vendrán a tomar algo, si no te importa.- Le dije con cierto tono de súplica.
- Pues claro que no, pero...- se extrañó durante un momento - ¿has dicho vendrán?- remarcó la N.
- Sí, Ryan, que es el chico en cuestión, y Brendon, su amigo. – Ella se alegró al oír el otro nombre masculino.
- Y... ese tal Brendon, ¿está bien?
- Sí, le conocí hoy; es muy atractivo, pero no es mi tipo. Aunque, conociéndote...
- ¡Será el mío! – dijo dando brinquitos al más puro estilo teenie.
- Desde luego no has cambiado nada. Sigues igual de posesiva- dije añadiendo un pequeño suspiro.
Ella se rió escandalosamente y nos fundimos en un abrazo.
- Te he echado mucho de menos – le confesé.
- Y yo a ti. Hacer amigos aquí ha costado lo suyo. Ya te presentaré a mis colegas.
- ¡Bien! – ya dejaría de ser una solitaria turista.- Bueno, voy a irme a dormir que a este paso mañana no seré persona. – Vi asintió.
- Tienes que estar agotada del viaje. ¡Buenas noches!
- Hasta mañana.- Dije pasando a mi habitación por el pasillo. Vi como ella le daba un último trago del vaso y apagaba el reproductor de música.

Abrí la puerta de mi cuarto, me quité la ropa y, en ropa interior, me metí en la cama. Sonreí de nuevo al ver el post it de Vi.
A partir de ahí, sólo recuerdo que caí en la cama y no me moví hasta que me sonó el despertador del móvil la mañana siguiente.

*Capítulo 5: Welcome to Vegas

*Capítulo 5: Welcome to Vegas

Tras una parada en Phoenix y largas conversaciones con Ryan, por fin llegamos a Las Vegas.
Varias horas después ya eran las siete de la tarde.
- Bueno, te veré esta noche – dije
- Se te olvida algo.
- ¿El qué? – pregunté
Se acercó a mí y se me disparó el corazón, me daba la sensación de que mis latidos se oían en estéreo.
- Las gafas por la noche – me susurró al oído.
- Bueno, aún no ha anochecido del todo...
- Pero falta poco – dijo mientras arqueaba una ceja. - ¿Te acompaño? Me sé esta ciudad como la palma de mi mano.
- Ah... vale. Si no tienes nada que hacer...
- No, claro que no. ¿En qué calle está? Tu apartamento, digo.
- Mmm creo que es Warhol Street.
- Ah, ya sé dónde está. No muy lejos de por aquí.
- Genial – aunque por dentro no pensaba lo mismo, pues, eso implicaba pasar menos tiempo con Ryan.

Caminamos por una calle desoladora. Y yo me preguntaba: ¿dónde estarían las luces de neón tan características, y los casinos...?
Él pareció leer mi mente.
- Ya sé lo que te preguntas. –rió – Es que estamos en las afueras. Esta noche vas a alucinar.
“Ya lo creo que sí” pensé para mis adentros.
Un par de calles más, en silencio, llegamos a la calle y al edificio: el número 4.
Nos paramos tranquilamente en la puerta.
- Bueno...- empecé
- ¿Te paso a buscar en 2 horas?
- Sí. Nunca tardo en prepararme más de una hora. Y tengo el tiempo justo para colocar las cosas.
- OK.

Se inclinó ligeramente y acercó su rostro al mío (olía tan bien...) y me dio un beso muy dulce en la mejilla, casi rozando la comisura de los labios y no pude evitar ruborizarme. Me gustaba tanto, y sólo le conocía desde hace dos días, pero era tan diferente... No se parecía a ningún chico de los que había estado; dos ex novios y varios líos de una noche en fiestas.

- Nos vemos luego – dije
- Nos vemos luego – repitió sonriente.

Cogí las llaves del bolso y vi cómo se alejaba... suspiré y subí las escaleras con las maletas en la mano. Ry me había ayudado a llevar la más pesada.
Menos mal que era un primero...
Abrí la puerta de la casa. Encendí la luz. Parecía no haber nadie, limpio, pero con desorden considerable. Un póster gigante de la Velvet Underground daba la bienvenida al salón. Un montón de ropa tirada en el sofá una guitarra acústica negra al lado, y un dvd de My Chemical Romance abierto sobre la mesa con el CD sobre la televisión.
- ¿Hola? – pregunté. Nadie contestó.

Encendí la luz del pasillo. Abrí una puerta, la que más cerca estaba: era la cocina. Pequeña pero limpia; blanca y muy equipada, la cerré. Abrí otra: el baño; también pequeño, con bañera hidromasaje y bastante limpio también. Seguí explorando la casa. Esta vez era una habitación. Sería la mía: cama bastante grande y bien hecha, azul; ventana sin vistas panorámicas (no podía esperarme otra cosa), un armario pequeño y escritorio con reproductor de música.
Sobre la cama, que era para 2 más bien, reposaba una pequeña nota: ‘Por si acaso’. Reí. Sabía perfectamente que esa cama estaba para usarla. Esa tía me iba a caer bien.
Coloqué mis cosas y me metí en la bañera para darme una ducha rápida. Decidí no entrar en la habitación de mi anfitriona por respetar su intimidad.
Me di una ducha rápida, con agua templada. Unos quince minutos tardé.
Me lavé el pelo también: el viaje me lo había dejado fatal.
Cuando salí de la ducha me miré en el empañado espejo. Me quedaba una hora y media, suficiente para mí. Me sequé con las blancas toallas, de un blanco más puro que los Jonas Brothers y me eché un poco de crema hidratante para que mi piel estuviera suave. Tras secar un poco mi pelo, me puse la ropa interior y unos vaqueros pitillo desgastados con un cinturón negro de tachas. De arriba, me puse una camiseta holgada vintage que me llegaba hasta la cintura. De calzado, las converse rojas.
Me sequé más el pelo y me lo alisé. Mi flequillo rebelde se mantenía en el lado derecho de la cara, como yo quería.
Ahora me tocaba maquillarme: eyeliner, rimel, corrector de ojeras y listo. Nunca me maquillaba más que eso. Fuera lo artificial.
Ya quedaban quince minutos para que viniera, y estaba viendo la tele, absorta en un canal de video clips.
Era un buen canal, hizo que el tiempo se me pasara volando, a pesar de que estaba un poco nerviosa.
Sonó el timbre a las nueve y media justas. Qué puntual. Me preguntaba si Ry sentiría la misma atracción por mí que yo por él.
Bajé las escaleras de dos en dos y cerré la puerta del portal; allí estaba él.
También se había cambiado de ropa, del mismo estilo tan suyo, con un ligero toque de eyeliner. ¡Me encantaban los chicos con eyeliner! Eso sí, sin pasarse.
Me miró sorprendido:
- Vaaaya, qué cambio más radical; de coleta, pantalones y camiseta de tirantes a éste. – dijo mirándome de arriba abajo.
Me reí.
- Idiota
- En fin, ¿nos vamos? ¿Y las gafas?
- Claro. Y las gafas las dejo para otro día.
- Jo- dijo bajando la vista. – Yo había traído las mías – sacó un estuche negro y rojo pequeño, con un intento de parecer serio, pero la voz se le quebró y le salió una estruendosa carcajada.

Hablábamos y bromeábamos sin parar hasta que llegamos a un lugar lleno de sonido y colores. Esto era Las Vegas de verdad.

*Capítulo 4: It’s a long way to the top

*Capítulo 4: It’s a long way to the top

Desperté cuando noté cómo mi cabeza reposaba en algo sólido con un delicioso aroma a perfume masculino.
Oh no. ¿No me habría dormido en el hombro de Ryan, no?
Mierda. Giré la cabeza y así era. Yo apoyada en su hombro; él estaba dormido, con el ordenador sobre sus piernas, ya apagado. Tenía un aspecto adorable con los ojos cerrados.
Su cabeza se apoyó ligeramente en la mía de repente.

Dormía plácidamente con respiración profunda y silenciosa. Intenté no hacer un solo ruido, pues, por sus ojeras, parecía llevar noches sin pegar ojo.
Mi reloj marcaba las nueve de la mañana. Toda la gente del autobús menos él estaba ya despierta. En menos de veinte minutos pararíamos a desayunar; el hambre hacía mella en los pasajeros, que daban bocados silenciosos a sus provisiones clandestinas.
Me sentía estúpida estando como estaba: despierta y con esa extraña postura. El cuello empezaba a dolerme, así que, muy a mi pesar, aparté la cabeza. Fallo. Al apartar la cabeza él no se sostuvo y cayó sobre mí. Se despertó momentáneamente con cara aún de dormido y cuando se dio cuenta de que estaba sobre mí, noté preocupación en su cara. Por unos breves momentos pude sentir su cuerpo sobre el mío.
- Oh, vaya. Lo siento mucho, yo... – se disculpó con los ojos aún no muy abiertos.
- No pasa nada, estabas dormido. Además, no me has roto ningún hueso ni nada – reí-, aún puedes dormir un poco, dentro de quince minutos te despertaré.
- Mejor será que me vaya despejando- dijo mientras se estiraba.
- Como quieras.
- Oye, lo siento. ¿Te he molestado? Es que estaba exhausto.
- Joder, claro que no. Ni que no pudiera ni aguantar un mini-empujón. Además, cuando me dormí debió ser que apoyé mi cabeza en tu hombro.
- Sí, lo sé. Aún estaba despierto cuando lo noté. – me miró y sonrió- ¡Wow! Qué sol hace – sacó las gafas del bolsillo y se las puso.
- Tengo unas gafas como las tuyas. – le dije mientras le miraba las suyas.
- ¿Sí?
- Sí, pero en blancas.
- Yo quiero verte con ellas puestas – me rogó.
- Las tengo en la mochila, en el maletero. Cuando lleguemos las saco y me las pongo. Aunque sea de noche.
- Mmmm... gafas de noche. La idea me tienta.
- Te aseguro que lo he probado. Con mi mejor amiga del instituto, la gente pensaba que éramos ciegas.
Los dos reímos.
- Lo que habría dado por verte. Qué...
- Patéticas. Ésa era la palabra – dije interrumpiéndole.
Se quedó mirando mi mano un rato. Estaba completamente empanado. No apartó la mirada hasta que paramos para desayunar.
- Me muero de hambre – me dijo. No pude evitar decir por lo bajo:
- ...¿en serio? – al ver que me había escuchado, le miré y nos reímos.
- Sí... aunque parezca mentira, George Ryan Ross III tiene hambre a lo largo de su vida humana.
- Uooo no me digas. Pero, ¿tendrás suficiente como para tomarte algo más que un café y una triste magdalena?
- Mmm no lo sé, tendré que comprobarlo – dijo poniéndose de nuevo las gafas, que se las había quitado antes de quedarse mirando mi mano.
Estábamos ya cerca de Phoenix, pues el conductor solo paró 20 minutos para descansar toda la noche anterior. La cafetería esta vez era más sucia, más acorde con su rango de ‘cafetería de carretera guarra’. No había nadie más aparte de los pringados del autobús, nosotros.
Tomé una tostada y un café, además de zumo de mango. Él hizo lo mismo. Esta vez sí que se lo comió todo.
- ¿Ves como sí puedo? – me preguntó con una sonrisa.
- Sí, sí. Lo veo, sí.
Estuvimos hablando allí, viendo como el sol iba ascendiendo en el horizonte hasta casi situarse en el centro.
- Y si vives en Las Vegas, ¿qué hacías por Arizona?
- Estaba visitando a mi tía. Vive en un pueblo cerca de Tucson. El autobús paró porque mi tía avisó.
- Aaah
- ...oye
- ¿Sí?
- Que... me estaba preguntando –empezó a tocarse el pelo- que si no tienes donde quedarte o por lo que sea, puedes venirte al apartamento que Brendon y yo tenemos alquilado.
- Muchas gracias, de verdad; pero alquilé un piso. Creo que ya te lo dije.
- Ya, bueno. Por si queréis venir algún día a tomar algo o lo que sea.
- Claro – sonreí -, eso está hecho.
- Genial. Voy al baño
- Vale – dije mientras se levantaba.


...creo que me empezaba a gustar. Era tan mono y agradable... sacudí la cabeza. Me gustaba, y sabía lo que eso significaba. Siempre que me empezaba a gustar un chico, acababa irremediablemente enamorada de él.
De repente interrumpiendo mis pensamientos, estaba él ahí, sentado a mi lado carraspeando la garganta para sacarme de mi ensopamiento.
- Perdón, últimamente me empano con facilidad – dije mientras nos levantábamos para volver al autobús.
- No pasa nada, a mí me pasa a menudo – contestó él con una sonrisa que hizo que se me erizara el vello de la nuca.
Subimos al autobús, sólo él y yo, sentados juntos.
- Bueno, en pocas horas acabará el viaje... – dijo él, tuve un presentimiento de que quería decir algo más
- Sí – dije, y no pude evitar un pequeño suspiro.
- Esta noche, ¿tienes algo que hace? – preguntó; no me lo podía creer, ¡Quería quedar conmigo!
- Supongo que no; daré una vuelta para familiarizarme con la zona
- Quizás podría enseñártela yo... si tú quieres, claro.
- Por supuesto, aún no conozco a nadie así que... ¡perfecto! – él sonrió ampliamente ante mi respuesta.
- Luego puedes venir a mi apartamento a tomar algo y así te presento a Brendon.
- ¿El cantante?
- Sí. Ya verás como te cae muy bien.
- Genial.
Sin darme cuenta el autobús estaba en marcha de nuevo y todo el mundo había subido ya.

*Capítulo 3: Chemicals react

*Capítulo 3: Chemicals react

Ryan se me quedó mirando con una gran sonrisa. Yo parpadeé varias veces, insegura de lo que acababa de ver y oír.
- Sí, claro. Puedes sentarte.
- Muchas gracias, pensaba que me iba a quedar sin asiento.
- Nada – y volví a bajar la vista a la página.
- No me has dicho tu nombre – recalcó el tal Ryan
- Oh, lo siento. Yo soy Jazzie. Encantada. – y nos dimos la mano.
- Igualmente, Jazz. Te puedo llamar Jazz, ¿no? – se sentó delante de mí.
- Mientras no me llames Jasmine, estoy de acuerdo.
- Entendido.
Bajé de nuevo la mirada hacia el libro. Él no decía nada. A veces carraspeaba, como para demostrarme que seguía allí. Pasaron cinco minutos y llegó la camarera. Vaya, qué rapidez. Se quedó mirando a Ryan:
- ¿Quieres tomar algo?
- Eh... bueno; ponme una coca-cola y una ensalada, por favor.
- En seguida- dijo la muchacha apuntándolo con trazos rápidos en la libreta llena de tachones. Al momento, se marchó.
- ¿Quieres algo? – Le pregunté señalándole mi sándwich y patatas, ofreciéndole. Negó con la cabeza.
- No, muchas gracias. Voy a esperara que llegue la ensalada. Además, no tengo mucho hambre – sonrió- , es más, no suelo tenerlo – ésta vez soltó una risa nerviosa.
- Ah, vale- y empecé a comer.
- Si no te importa que te lo pregunte... ¿de dónde eres? Tienes un acento extraño. No eres de por aquí ¿verdad? – me preguntó.
- No, la verdad es que no – dije soltando un cacho de sándwich en el plato y limpiándome cuidadosamente con la servilleta. – Vengo de Inglaterra, cerca de Macclesfield, que está al lado de Manchester.
- Oh, interesante. Muy interesante – dijo con tono enigmático.
- ¿Y tú de donde eres? – La curiosidad me pudo.
- Vivo en Las Vegas, donde también nací.
- Justo adonde me dirijo – Sonreí. La única vez que sonreía en todo este día. Flipante. Ryan rió.
- Yo también. – dijo mirándome a los ojos.

Vaya mirada; la aguanté durante unos segundos y en seguida la bajé al plato, retomando la cena. Cuando llegó la camarera con su comida, yo casi había acabado. Él parecía no tener mucho hambre, tal como decía. Eso demostraba su aspecto frágil y cuerpo muy delgado.
La dejó a la mitad.
- No tengo hambre – se excusó.
- No, si ya...

Tras unos minutos de silencio, habló de nuevo con una nueva pregunta:
- Espero no parecer cotilla... ¿y cómo es que una chica de Macclesfield ha llegado a parar al oeste americano?
- Quería cambiar, salir de allí... estaré un mes o así por aquí.
- Ah, eso estaría bien. Pero en un mes sólo no vas a poder disfrutar de todas las ventajas de Las Vegas.
- Bueno, quedé con mi madre en que si me gustaba, podía quedarme hasta finales de agosto o primeros de septiembre como mucho. A mediados empiezo la universidad.
- Eso estaría bien – sonrió – Y ¿qué estudias?
- No sabía qué elegir, pero al final escogí publicidad y relaciones públicas.
- Ah, interesante.
- ¿Y tú? ¿Estudias?
- No. Tengo un grupo con unos colegas, yo soy el guitarrista. Trabajo de martes a viernes media jornada en el almacén de CDs y vinilos que está cerca de donde vivo. Tengo vacaciones hasta septiembre desde la semana pasada.
- ¿Sí? ¿y qué tal os va con el grupo?
- Bueno, en el barrio de Spencer, nuestro batería, nos conocen de oírnos tocar en su garaje. A veces tocamos en algunas salitas, y cada otoño actuamos un sábado en el casino “Sam’s town”, que nos tienen fichados como banda revelación desde hace dos años.
- Oh vaya, qué guay.
- Sí, bueno – rió- no siempre es tan guay. Nos queremos dar a conocer poco a poco.
- Mejor – concluí.
Llegó la camarera con la cuenta, pedimos los dos un café, y tras un cuarto de hora charlando relajadamente, el conductor nos avisó para que fuéramos entrando al autobús.
- Oye – saltó Ryan aún de camino- ¿Te importaría si me siento a tu lado?
- No; no, claro que no.
- Estupendo – dijo con una gran sonrisa- es que odio estar solo.
- Vale. Yo me pondré al lado de la ventana, si no te importa. Por si me mareo.
- Oh, no hay problema. Yo tengo que montar unos vídeos y pasar algunas canciones al portátil. Espero que no te moleste.
- Claro que no. Yo sacaré el libro hasta que me duerma.
- Tranquila, te dejaré dormir. Lo prometo
Fuimos entrando en el vehículo. Subí a mi anterior asiento y me sentí extraña cuando el chico de las gafas de sol, ahora sin ellas, se sentó a unos pocos centímetros de mí.

* * *

Eran las nueve y media cuando entramos. Pasaron horas y horas mientras hablábamos, y Ryan cada vez me caía mejor. En menos de 24 horas (mucho menos) había entrado como un completo desconocido y ahora... allí estábamos: hablando, riendo... los otros viajeros se giraban para ver qué era lo que me hacía reír de esa forma. Yo, con una mano tapándome la boca mientras me reía (ahora silenciosamente) y Ryan, con cara triunfal y avergonzada a la vez mientras pensaba otro chiste. Los ancianos nos miraron con cara de repulsión; la mujer, con nostalgia; y su hijo, con una pequeña sonrisa que demostraba tal vez que echaba de menos a sus amigos.
A las doce ya estaban todos dormidos, así que bajamos el tono de voz.
- Mira, - me dijo- ponte los auriculares.
- A ver... – comenté mientras hacía lo que me había dicho.
- Es una canción de mi grupo. La he compuesto yo. Se llama ‘She had the World’, pero es aún una demo.
Sonó una melodía agradable, con una introducción hecha con una especie de clavicordio y sonó una voz masculina más fuerte que la de Ryan... luego se le oyó a éste: “I don’t love you I’m just passing the time... you could love me if I knew how to lie. But who could love me, I’m out of my mind...”
La letra me gustó mucho.
- Vaya Ryan, qué bien compones.
- Bueno, no es para tanto... sale sólo. La compuse hace unas semanas, le buscamos música y lo grabamos hace unos días con la cámara de vídeo.
Ya cerca de las dos, no podía más y me dormí. Él tenía ojeras cuando cerré los ojos, y parecía querer trabajar en el vídeo toda la noche.
No sé si se enteró de que me había dormido.

Capítulo 2: The Stranger

*Capítulo 2: The Stranger

Estaba en la puerta del bus. Un chico. Veintipocos años. Alto y delgado. Tapaba sus misteriosos ojos con unas wayfarer negras. Fruncí el ceño; yo también tenía esas gafas pero en blancas. ¿Quién era él para copiarme? No, no me estaba copiando, simplemente porque no le conocía y porque yo no soy la única con esas gafas. Tengo que dejar de ser tan posesiva/egoísta. En serio.
En fin, el chaval en cuestión avanzó por el autobús hasta llegar al fondo (vamos, donde yo me encontraba), sólo que en la zona derecha y al lado de la ventana. Su pelo era castaño, ondulado y le llegaba casi al cuello. Labios gruesos y nariz redonda. No sé cómo tendría los ojos, pero parecía un tío mono. ¿Un tío mono? Ya la había cagado. Cuando en mi presencia hay algún chico guapo, no puedo dejar de mirarle, soy así.

Llevaba unos pitillo grises con cuadros, botas, y de arriba, una camisa blanca con chaleco beis, además de una palestina del estampado de los pantalones y un sombrero en la cabeza marrón.
El desconocido sacó un portátil, y empezó a hacer lo que quiera que fuese. Parecía estar viendo vídeos. Torció la boca en un gesto de desagrado y se quitó las gafas. No le veía de cerca, pero vi que sus ojos eran pequeños y marrones, perfectos para su aspecto frágil y rostro angelical. Tras volver a mi mente (porque no vi mi cara, que si llego a ver mi cara de empanamiento, habría salido corriendo), me di cuenta de que me estaba mirando; fijamente.
Noté cómo las mejillas se me ruborizaban y aparté la vista rápidamente, de una forma demasiado brusca. Saqué mi mp4 y escuché lo primero que pillé. ¿The Clash? Pues The Clash. Con mi estado de nervios actual no era capaz ni de pasar de canción. Eché una mirada de reojo a ver si había dejado de mirarme. Qué va, ahí seguía, como si estuviera escudriñando algo, como si me estuviera analizando, con cara de ‘me suena’. ¿Es que no iba a dejar de mirarme nunca?
Tras un último vistazo de reojo, dejó de mirarme levantando las cejas, suspirando y sacudiendo la cabeza, como pensando: ‘No, debo de haberme equivocado’.
Si pensaba eso, había acertado; porque yo a él no le había visto en toda mi vida.
‘London calling’ llegaba a su fin cuando la noche teñía Arizona de azul oscuro. En ese mismo momento, el conductor avisó desde el micrófono:
-Pararemos en diez minutos en Tucson, para cenar. Hay una cafetería de carretera con precios asequibles.
‘Bien’, pensé. ‘Me tomaré un bocadillo, un refresco, luego un café y pillaré algún periódico que algún viajero descuidado haya dejado por allí. Supongo que no tardaremos más de una hora, porque todos estamos deseando llegar, y el conductor no creo que se oponga’.
Gasté los últimos diez minutos en apagar el reproductor de música, guardarlo en el bolso, y el resto del tiempo estuve de brazos cruzados mirando el paisaje. El desierto por la noche puede ser muy bonito, nada comparado a los cielos grises de mi ciudad y ruidos industriales. Esto era naturaleza, auténtica, de la que no había conocido hasta ahora.
El autobús frenó y bajamos todos despacio. Los ancianos acababan de despertarse y bajaron muy despacio mientras maldecían por lo bajo.
El chico de las gafas decidió ser el último en bajar; cosa que no me extrañaba, tenía que recoger el ordenador, y demás cosas que tenía por ahí.
Bajé mirándole disimuladamente, pero él ni se inmutó.
‘Bah’ me dije a mí misma.
Ya fuera del autobús noté el aire frío del sórdido desierto norteamericano, cerré los ojos mientras sentía el viento rozar mi rosada piel. Daba una sensación de libertad alucinante.
En el momento en el que un coche pasó por delante de mí a una velocidad arrolladora, casi no hace que pierda mi fina camiseta de tirantes morada. En ese momento comprendí que era hora de irme yendo hacia la cafetería, basta de tonterías.
Me abrigué como pude con la chaqueta vaquera y entré con los demás viajeros (menos el tío de las gafas, que no sé qué jodidas gestiones estaría haciendo ahora para seguir dentro).

La cafetería no parecía de estas típicas de ‘Diner’ que suele haber desperdigadas por las carreteras americanas. Yo pensaba que iba a ser así, pero en cambio, no.
El local estaba muy bien decorado, con tonos azules y negros, que contrastaban con el paisaje desolador del desierto de Arizona. Un toque de frescura. Colores fríos... me encantan los colores fríos.
¡Guau! Nunca habría creído que en una zona como esta hubiera sitios así. No quería irme de este lugar. Nunca. A la mierda Las Vegas, ¿y si había habitaciones? No, vaya chorrada acababa de pensar. Las Vegas son Las Vegas.
Empezó a sonar ‘Under pressure’, de Queen y David Bowie, una canción que me traía recuerdos de todo; de mis amigos, de mis padres, de mi familia, de las veces que viajaba en coche con mis padres y la ponían siempre. Sonreí y pillé un sitio cerca de la ventana. No podía sentirme mejor. Me hice una coleta improvisada y me recogí un mechón largo del flequillo con una horquilla que llevaba siempre en el bolso, no soportaba comer con el pelo en la cara.
La camarera se acercó a mi mesa con una carta. Pedí un té helado y un sándwich con patatas fritas. Luego puede que tomara un helado o una copa, si había ganas.
Mientras esperaba a que llegara la cena, abrí mi libro por donde me había quedado. Ah, sí; página 143 de 280. Cómo me iba a entretener en el viaje...
Sentí una sombra sobre mí. ¿La comida? Imposible, la muchacha acababa de irse.
- Eh... hola, soy Ryan, ¿puedo sentarme aquí? El local está a tope.

... Y a partir de ahí dejó de ser el extraño con las gafas de sol.

martes, 15 de septiembre de 2009

viernes, 11 de septiembre de 2009

MI FIC!

Buenas.
Sabiendo que sólo los usuarios de Yosoyblack.com pueden leer mi fan fiction de Panic! at the disco, me gustaría publicarlo aqui, pese a la mala/ignorada acogida que tenga :)
Allez, allez.

"We are so starving!" Panic at the disco fanfic by MartaG.

*Capítulo 1: About a girl

Abrí los ojos... y allí estaba, parpadeando aún por la deslumbrante luz solar que se colaba por la ventanilla del autobús. Llevaba ya más de 12 horas allí, sobre ruedas, desde que aterrizó el avión en Dallas, desde Londres.
Fue mi decisión viajar en bus desde tan lejos, mi madre pensó que el tren sería lo mejor. Aunque lo mejor en su opinión sería simplemente no ir a una ciudad tan extravagante, extraña y peligrosa como puede ser Las Vegas.
¿Qué por qué? Porque para una chica de campo como yo, que no salía del pueblo más que en contadas ocasiones (cenas familiares en Bolton, compras anuales de cumpleaños en Londres, playa en Sussex...) una oportunidad así no se desaprovechaba.
Quería aventura, quería romper la rutina, pasar un mes fuera, conocer gente, conocer mundo, pasármelo a lo grande. Y Las Vegas parecía justo existir para eso. El lugar indicado.
Era julio, y cruzábamos el árido desierto del oeste americano. Una cancioncilla country resonaba débilmente desde la radio del conductor, mientras que éste la cantaba con su voz grave y acento sureño.
La ropa empezaba a pegárseme a la piel, mi pelo estaba pegajoso y me sofocaba constantemente. En Inglaterra, donde yo vivo, que es un pueblo cerca de Macclesfield, llamado Capesthorne, estaba acostumbrada a temperaturas bajas, niebla y precipitaciones... creo que entendí por qué a mi madre no le molaba que su hija, habituada al mismo clima que ella, viajara durante horas y horas en un autobús por el oeste americano. Pero, ¿qué podía hacer ya? ¿Bajarme? Y una mierda.

No paraba de beber agua, le daba algún que otro mordisco a la barrita de cereales con mermelada que guardaba en la mochila, cuidadosamente, pues en el autobús no se podía comer nada.

Guau, tenía 19 años e iba a hacer mi primer viaje al extranjero. Sola. Sin amigos. Completamente independiente. Durante un mes completo.
Dejé que el pánico recorriera momentáneamente mi columna vertebral en forma de escalofrío.

Me miré en el espejo portátil, porque creía que se me haba corrido el maquillaje de ojos por el calor. Lo saqué del bolso azul, sin marca. Y contemplé a una muchacha morena con ojos azules, rostro con facciones agradables, como de niña. Mi cuerpo... en fin, no era nada del otro mundo. Yo no soy muy alta, pero mi estatura no está mal tampoco. Y de complexión, delgada, con curvas. Aunque no os creáis, no ligo mucho; ahuyento a los chicos de algún modo, aunque suene cómico.
En fin, me restregué un poco la sombra verde claro por el párpado derecho y guardé el espejo en el neceser del bolso. No creo que lo volviera a necesitar. En el autobús sólo éramos cinco: dos ancianos, una mujer y su hijo, de aproximadamente ocho años, y yo.

Miré por la ventanilla esperando encontrar algo distinto. No fue así.
Un árido desierto. Bien, una amplia señal daba la bienvenida a Arizona. Un estado más y llegaría a mi destino.
Aún estaba sonriendo por dentro cuando la música paró, y el autobús... también.
El conductor paró su canturreo ahora convertido en un lamento inaudible, para mirar por la ventanilla de la puerta delantera. Alcé la vista para comprobar quién había alterado el curso del autobús. Se suponía que hasta Phoenix no había paradas. Las puertas se abrieron con un sonido estridente. El sonido de unos zapatos resonando contra el suelo lleno de mugre del autobús me llegó a los oídos. Ahora éramos seis.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Sólo eso

...¿Qué hay más difícil y a la vez tan sencillo como el amor?

Una pregunta que nunca se resolverá.
Buenas noches :)

lunes, 7 de septiembre de 2009

Hey! :D

...Ha pasado demasiado tiempo desde que no actualizo... total, para quien lo lee... xD
Por ejemplo:
  • He ido a Inglaterra: Hastings, Oxford, Rye, Eastbourne, Londres... *-*
  • He visto a The Killers con Ra en un festival en Lisboa (lucky me), y Mando Diao, Duffy, Brandi Carlile... :)
  • Voy a ver a McFly y a mis queridas McFucks este sábado, y estoy de los nervio porque aún no me lo creo.
  • CASI suspendo F&Q y mates, pero al final gracias a la academia las pude aprobar con un bien :D
  • He pasado dos semanas en la playa, una de las cuales con Marta :P La otra... bueno, digamos que me enamoré pero al ser un amor imposible intento olvidarme xD
  • He leído más este verano que en todo el curso junto.
En fin, intentaré tener más al día el blog, I swear.
Procuraré hacer una crónica del próximo sábado x)
Hoy he salido, a comprar un regalo para David, que el jueves celebra su cumple, y espero que le gusten los regalos. Luego: zas! encuentro casual con Marta G y Teresa, así que estuve hasta las 10 hablando con ellas, despues de junio, podría decirse.
Quiero que empiece el curso ^^
Pero antes de eso, quiero que llegue el sábado; después del 18 de julio, es la segunda vez que tengo la sensación de que he nacido para vivir ese día, y sé que se me hará más corto de lo normal. Aún así, no quiero morir antes de que llegue, sería la putada más putamente jodida del mundo.

Aquí lo dejo, actualizaré cuando me dé la vena escritora (60 % del tiempo, aunque la vena vaga es más fuerte, admito).

Buenas noches!!