lunes, 28 de septiembre de 2009

*Capítulo 11: On top

*Capítulo 11: On top

Cerró la puerta detrás de sí y dijo suavemente:
- Por fin solos.
Se iba acercando a mí; una vez cara a cara, rozó su mano con mi pelo. Miramos a nuestro alrededor: el desorden incitaba a cambiar de habitación.
Nos dirigimos a su cuarto y cerró la puerta. Tirándose literalmente sobre mí, con una risa ahogada, caímos en su cama.
Sin separar nuestros labios, se fue quitando la camisa, y con una sacudida, los zapatos. Mis chanclas reposaban en el suelo, ya que habían saltado en el mismo momento en el que caímos a su cama.
Sin camisa, Ry parecía más frágil, pero también más atractivo.
Le quité la cinta que llevaba debajo del flequillo, y la lancé por ahí... no, no tenía mesita de noche...
Él metió su mano dentro de mi camiseta y desabrochó mi sujetador. Me estremecí al sentir su fría mano en mi espalda y apoyé las mías sobre su pecho. Me desabroché el pantalón, sin quitármelo del todo, dejando mis bragas azules a rayas blancas a la vista. Ryan se rió al verlas.
- ¿Qué pasa? – inquirí, divertida.
- Qué monas son.
- Habría que ver tus calzoncillos...
- Sé que lo estás deseando – dijo con una sonrisa.
Puse los ojos en blanco... esas bromas las soltaba a menudo.
- No tienes remedio.
Se bajó los pantalones y dejó ver unos boxers a cuadros blancos y verdes, parecidos a un mantel.
- ¡Já! Ni mi abuelo. – comenté con una risa falsa.
- Sí, tú ríete... – y se echó contra mí, besando mi cuello.
Mientras, yo me quité del todo los pantalones; también la camiseta, y, por lo tanto, el sujetador, que Ryan ya había desabrochado.
Pasé la mano por su pelo revuelto y ondulado; cada uno sentíamos el calor del otro. Entonces paró de moverse sobre mí y se excusó:
- Un momento – dijo yendo hacia una cómoda de por allí cerca. Abrió un cajón y sacó un condón.
- Ah – añadí.
- Más vale prevenir, cacho de irresponsable; que ya ibas...
Eso era un comentario para provocarme, como siempre.
- Sí, sí; claro – comenté cruzándome de piernas y brazos
- Venga... no te enfades... no ahora- dijo con tono zalamero. No hice ni amago de resistirme.
Nos quitamos lo único que nos quedaba encima, sin parar de besarnos.
Se puso el condón y, al principio, se movió lenta y suavemente, para luego acelerar el ritmo. Él seguía encima de mí, y yo le sujetaba por los hombros. Su temperatura había aumentado, y ya no tenía el cuerpo como un témpano de hielo.
No quería que se apartara de mí nunca, a pesar del calor, sentirle tan cercano me hacía sentir segura... pero dejé de pensar en ello para dejarme llevar.
Los dos jadeábamos de un modo un tanto silencioso. Sentir su respiración tan cerca hacía que el vello se me erizara.
De vez en cuando, movía sus manos por mi cuerpo y me besaba en el cuello y en la comisura de los labios. Yo estaba demasiado ocupada contemplándole y disfrutando del momento, aunque seguía acariciándole la espalda.
Llegó el momento en el que estábamos ya agotados, y cayó sobre mí. Los dos respirábamos ahora agitadamente. Eché mis brazos uno de sus brazos, y, sintiendo su contacto, muy cerca de mí, me acurruqué sobre él, y me dormí. Me dormí como hacía mucho tiempo que no dormía. Noté su abrazo antes de dormirme.
Ya bien entrada la madrugada, sobre las tres, o tal vez las cuatro, me desperté al notar un frescor recorrer mi cuerpo. Ryan no estaba.
Fui al baño, no sin antes ponerme al menos mi ropa interior.
Cuando salí de allí, vi una luz débil que provenía del salón, y me acerqué hasta allí; seguro que Ryan estaba sentado en el sofá, o lo que fuera.
Me apoyé en el marco de la puerta, que estaba entreabierta.
En efecto, allí estaba, tocando ligeramente la guitarra y apuntando algo en una libreta. Al verme, se sorprendió, por no decir que se asustó.
- ¡Jazz! ¿Qué haces aquí? ¿Te he despertado?
- No, es que tenía un poco de frío... ¿Qué haces?
- Me vino la inspiración instantánea.
- ¿Sí?
- Tú me has inspirado.
- Venga ya. – dije sonrojándome ligeramente, mientras me cogía un mechón de pelo.
- No, en serio. Se llama ‘When the day met the night’
- Déjame adivinarlo… ¿yo soy el día y tú la noche...?
- Exacto; mañana te toco lo que llevo escrito. Pero ahora, ¿por qué no volvemos a la cama?
- No, si no tienes sueño, puedes quedarte, no quiero ser una carga.
- ¡No lo eres! De todas formas ya he escrito lo que tenía que escribir, y tengo que descansar... Además, así te hago compañía y te quito un poco el frío – añadió sonriendo.
Los dos nos metimos juntos en la cama. Nos dimos otro beso y me recosté en su pecho. Ahora no tenía frío, estaba bien.
Ry me estrechó más contra él, asegurándose de ese modo que no pasaba más frío esa noche.
Tardé poco en caer dormida de nuevo. Su respiración acompasada y el vaivén de su pecho me ayudó a cerrar los párpados.


***

No hay comentarios: