Buenas.
Sabiendo que sólo los usuarios de Yosoyblack.com pueden leer mi fan fiction de Panic! at the disco, me gustaría publicarlo aqui, pese a la mala/ignorada acogida que tenga :)
Allez, allez.
"We are so starving!" Panic at the disco fanfic by MartaG.
*Capítulo 1: About a girl
Abrí los ojos... y allí estaba, parpadeando aún por la deslumbrante luz solar que se colaba por la ventanilla del autobús. Llevaba ya más de 12 horas allí, sobre ruedas, desde que aterrizó el avión en Dallas, desde Londres.
Fue mi decisión viajar en bus desde tan lejos, mi madre pensó que el tren sería lo mejor. Aunque lo mejor en su opinión sería simplemente no ir a una ciudad tan extravagante, extraña y peligrosa como puede ser Las Vegas.
¿Qué por qué? Porque para una chica de campo como yo, que no salía del pueblo más que en contadas ocasiones (cenas familiares en Bolton, compras anuales de cumpleaños en Londres, playa en Sussex...) una oportunidad así no se desaprovechaba.
Quería aventura, quería romper la rutina, pasar un mes fuera, conocer gente, conocer mundo, pasármelo a lo grande. Y Las Vegas parecía justo existir para eso. El lugar indicado.
Era julio, y cruzábamos el árido desierto del oeste americano. Una cancioncilla country resonaba débilmente desde la radio del conductor, mientras que éste la cantaba con su voz grave y acento sureño.
La ropa empezaba a pegárseme a la piel, mi pelo estaba pegajoso y me sofocaba constantemente. En Inglaterra, donde yo vivo, que es un pueblo cerca de Macclesfield, llamado Capesthorne, estaba acostumbrada a temperaturas bajas, niebla y precipitaciones... creo que entendí por qué a mi madre no le molaba que su hija, habituada al mismo clima que ella, viajara durante horas y horas en un autobús por el oeste americano. Pero, ¿qué podía hacer ya? ¿Bajarme? Y una mierda.
No paraba de beber agua, le daba algún que otro mordisco a la barrita de cereales con mermelada que guardaba en la mochila, cuidadosamente, pues en el autobús no se podía comer nada.
Guau, tenía 19 años e iba a hacer mi primer viaje al extranjero. Sola. Sin amigos. Completamente independiente. Durante un mes completo.
Dejé que el pánico recorriera momentáneamente mi columna vertebral en forma de escalofrío.
Me miré en el espejo portátil, porque creía que se me haba corrido el maquillaje de ojos por el calor. Lo saqué del bolso azul, sin marca. Y contemplé a una muchacha morena con ojos azules, rostro con facciones agradables, como de niña. Mi cuerpo... en fin, no era nada del otro mundo. Yo no soy muy alta, pero mi estatura no está mal tampoco. Y de complexión, delgada, con curvas. Aunque no os creáis, no ligo mucho; ahuyento a los chicos de algún modo, aunque suene cómico.
En fin, me restregué un poco la sombra verde claro por el párpado derecho y guardé el espejo en el neceser del bolso. No creo que lo volviera a necesitar. En el autobús sólo éramos cinco: dos ancianos, una mujer y su hijo, de aproximadamente ocho años, y yo.
Miré por la ventanilla esperando encontrar algo distinto. No fue así.
Un árido desierto. Bien, una amplia señal daba la bienvenida a Arizona. Un estado más y llegaría a mi destino.
Aún estaba sonriendo por dentro cuando la música paró, y el autobús... también.
El conductor paró su canturreo ahora convertido en un lamento inaudible, para mirar por la ventanilla de la puerta delantera. Alcé la vista para comprobar quién había alterado el curso del autobús. Se suponía que hasta Phoenix no había paradas. Las puertas se abrieron con un sonido estridente. El sonido de unos zapatos resonando contra el suelo lleno de mugre del autobús me llegó a los oídos. Ahora éramos seis.
viernes, 11 de septiembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario