*Capítulo 6: Into the night
Me llevó a dar una vuelta por toda la zona de los casinos; la que se ve en las película, vamos.
Caminamos y caminamos sin rumbo, aunque Ryan parecía orientarse muy bien (normal, era su ciudad). Saludaba a mucha gente que se lo cruzaba, entre los cuales, había chicas, muy guapas, y no pude evitar sentir una punzada de celos.
En la puerta de un pub nos detuvimos:
- ¿Tomamos algo? – me preguntó
- Vale.
- Pero solo una copa. Luego nos pasamos por mi casa a tomarnos algo y te presento a Bren.
- Guay – sí, ese día era para mí de ‘pocas palabras’.
Entramos al local, donde la música no estaba muy alta, algo que se agradecía. Pedimos dos gin-tonic. Cuando íbamos por la mitad del vaso, más o menos, se disculpó un momento:
- Ahora vuelvo – y se giró hacia una chica rubia platino muy sonriente con vestido corto.
Se dieron dos besos y hablaron un poco. Mientras, yo bebía un poco más de mi bebida. La cara de desagrado de él desentonaba con la de ella, sonriente. Tras un rápido ademán con la mano, él volvió a mi lado con cara de enfado.
- Argh, no la soporto
- ¿Quién era?
- Mi ex. Siempre hace cualquier cosa con tal de intentar fastidiarme.
- Yo también tengo algún ex molesto...
- Y ¿ahora tienes novio?
Palidecí un poco.
- No. Me dejó hace dos meses – dije mirando hacia abajo.
Me alzó la barbilla e hizo que le mirara a los ojos.
- Hay que ser muy estúpido para dejar a una chica como tú. – Noté cómo me sonrojaba un poco. Le di un abrazo como muestra de gratitud.
... definitivamente, el alcohol había hecho algo de efecto en Ryan.
Carraspeó y sonrió un poco. Cuando nos acabamos las bebidas, pagó él, a pesar de mi desacuerdo; y me invitó a su casa para conocer al fin a Brendon.
Así que salimos con la dirección a su casa, dejando el bullicio y jaleo de esa zona.
- En fin... ¿qué te parece? – me preguntó expectante.
- ...interesante – pude articular finalmente.
- Un día de estos te llevo a un casino
- Genial, qué ilusión- dije realmente ilusionada.
- Yo alguna vez trabajé de croupier para sacarme algún dinerillo... – siguió hablando, pero yo desconecté porque estaba demasiado ocupada imaginándome cómo le quedaría el esmoquin... bastante bien, porque este tío tenía una percha... – y entonces la tía me dijo: “¡Pero si me has dado treinta fichas de menos!”, y ahí acabó mi carrera.
Me reí, aunque sólo había oído el final de la historia.
- Yo también podría probar suerte...
- Por intentarlo...
Mientras llegábamos a su apartamento, me explicó cómo jugar al póquer y al blackjack.
Paró en un bloque de pisos cerca de mi zona y sacó las llaves.
Subimos en ascensor hasta la tercera planta. Y allí, giramos a la izquierda, buscando la puerta indicada.
Eran las once de la noche y había bastante ruido por allí, a lo que respondí poniendo cara rara.
- No te extrañes; es Las Vegas, de noche, en junio y en un apartamento. – aclaró.
- Ya, es que en mi pueblo y en Macclesfield a esta hora es imposible encontrar a alguien despierto.
- ‘Vegas is different’- sonrió -, por eso viniste, te lo recuerdo.
- Ya – puse los ojos en blanco-, pero era inevitable que me extrañara, aún no me he adaptado.
Se oyó un desgarrador sonido de guitarra eléctrica al otro lado de la puerta.
- Ése que oyes es Brendon – y dicho esto, abrió la puerta.
Pasamos al salón, donde estaba sentado un chico que parecía de mi edad, con gafas; ojos grandes y oscuros; labios muy carnosos y pelo negro con flequillo, tapándole ligeramente una parte de la cara. Estaba muy concentrado tocando la guitarra, una stratocaster (o imitación) en rojo y negro.
Paró de repente y se nos quedó mirando.
Así que este era Brendon, con cara infantil, aspecto inocente y muy atractivo.
- Ah, hola Ry. ¿Es esta tu amiga? – dijo levantándose. Llevaba una camiseta de manga corta blanca y vaqueros desgastados.
- Sí. Ella es Jazz – me presentó Ryan.
- Encantada, Brendon – le saludé.
- Igualmente- dijo éste riendo. – Y perdón por el desorden.
La casa estaba manga por hombro, una leonera. Pero para mí era comprensible, total, yo era igual...
- No pasa nada – le tranquilicé
- Siéntate, anda – me dijo Brendon mientras le daba un trago a su cerveza- ¿Qué quieres tomar?
- No sé... ya he bebido algo por ahí, así que algo ligero, a poder ser. Además, estoy cansada del viaje.
- Vaya calor que hemos pasado- concluyó Ryan.
- Cierto – añadí
Ryan sacó una botella de whisky y me sirvió un poco en un vaso.
- ¿Así? – me preguntó mientras lo iba llenando poco a poco.
- Perfecto, gracias – le dije mientras cogía el vaso.
- ¿Has escuchado Panic at the disco? – me preguntó Brendon.
- ¿…que si he escuchado qué? – me extrañé.
- Es que nuestro grupo se llama así. Se me olvidó decírtelo.- aclaró Ryan, algo avergonzado.
- Ah, sí. Ryan me enseñó una canción vuestra.
- ¿Sí? Así me gusta, RyRo, haciendo publicidad del grupo... aunque, si no dices el nombre, buen negocio harás- dijo Brendon mientras todos estallábamos en carcajadas. Noté cómo los párpados se me bajaban.
- Creo... creo que me voy ya; tengo mucho sueño – admití.
- Te acompaño a casa, es fácil perderse por aquí – se ofreció Ry levantándose.
- ¿Dónde está tu apartamento?- me preguntó Brendon.
- Por aquí cerca, en Warhol Street. Mañana pasaos si queréis.
- ¡Genial! ¿A qué hora? – a Brendon se le notaban ganas de fiesta...
- Cuando queráis, pero primero tendré que consultarlo con mi compañera de piso.
- Claro, faltaría menos.
- Ahora vuelvo, Bren – se despidió por un momento Ryan de su amigo, precipitadamente. – En diez minutos estarás en la puerta, te lo aseguro. – me dijo
- Vale, tú tranquilo. Qué calculador, madre mía... – dije mientras abría la puerta. – Hasta otra, Brendon. – Y éste se despidió con un rápido ademán.
Entonces salimos y cerró la puerta. Al ver mi cara de zombi, bromeó:
- Joder, no aguantas nada – dijo; pero, al mirar mi expresión, pareció preocupado. -¿Quieres que te lleve en coche?
- No, no hace falta. Puedo aguantar; gracias de todo modos. – le agradecí
- Como quieras.
- ¿Cómo puede ser que tú no te mueras de sueño como yo? – le pregunté intrigada.
- Soy más de vida nocturna. En verano duermo cuatro o cinco horas a partir de las cinco. – confesó sonriendo.
- La verdad, no tengo ni puta idea de cómo aguantas – dije bostezando.
- Ya es la costumbre – admitió él.
Esta vez no hubo tema de conversación, sólo podía pensar en camas, cómodas y mullidas camas...
Tras girar una calle paralela a la suya, allí estaba mi puerta.
- Bueno – concluyó, prolongando la ‘e’, mientras miraba al cielo.
- Hasta mañana, pues.
- Nos vemos, ¿no? - ¿Es que este tío no se pispaba o qué?
- Sí, claro – dije poniendo los ojos en blanco.- Eres el único que conozco de esta ciudad. Bueno, tú y Brendon.
- Ya conocerás más gente, y querrás dejar de verme – dijo sonriendo pícaramente.
- Vaya tonterías dices – dije riendo- ¿En serio eres tan insoportable?
- Puede que exagere un poco.
- Ah, bueno. En fin, me voy ya, que me caigo. Adiós.
- Adiós. – y se quedó allí, delante de la puerta, no le oí irse.
Mientras subía al primer piso, una música iba llegando a mis oídos, cuando reconocí la mítica voz de Joey Ramone. ¿Cómo esta gente no se quedaba sorda? Y más a estas horas de la noche...
Cuando llegué a mi planta, comprobé que la música venía de la puerta de mi apartamento. Oh, mierda. Me había debido de tocar a la típica tía fiestera y trasnochadora americana. ¿Por qué a mí?
Respiré hondo, saqué las llaves y abrí la puerta.
Lo primero que vi fue a una chica castaña saltando en el sofá en boxers y camiseta de pijama con un vaso de algo parecido a whisky en la mano mientras cantaba ‘Blitzkrieg bop’. Cuando me vio, paró en seco; parecía que había visto un fantasma. Apagó la música con un rápido ‘click’ desde el mando a la vez que bajaba del sofá. Me sonaba mucho.
- E...¿eres...? ¿Mi compañera de piso? ¿No íbamos juntas a clase? – Me preguntó intrigada.
- Soy... Jasmine Broderick, Jazzie; espera... tú no eres...¿Vi? – Dije con los ojos a punto de salirse de mis órbitas.
- ¡¡¡Jazz!!! ¡No me lo puedo creer! – saltó para abrazarme. – Oh dios, cuanto tiempo. Jazz ‘Brode’ y Violet Morris por fin juntas, después del instituto.
- Pero, ¡cuéntame! ¿cómo tú por aquí? – No me lo podía creer; mi mejor amiga del instituto, ¡estaba aquí!
Llevábamos casi dos años sin vernos ni hablar, por la distancia, más que nada. Yo estudiaba en Manchester, y ella se fue a Cardiff a estudiar.
Teníamos mucho que contarnos desde la última vez que nos vimos.
- Joder tía, qué surrealista – comentó Vi mientras clavaba sus ojos color miel en mí –qué casualidad.
- Ya te digo...
- Bueno, ¿me vas a decir qué coño haces tú aquí o no?
- Vine porque quería salir de Manchester y de Macclesfield
- Tenías que haber hecho como yo; dejar esa mierda de sitio y vivir la vida. Me fui a Cardiff a estudiar económicas, pero vine aquí y me busqué un trabajo. Ahora voy cada noche a un bar de por aquí en el que trabajo, y ya me pensaré más adelante lo de retomar la carrera.
- Vaya, mi vida no es tan interesante – dije bajando un poco la cabeza.
- Bah, seguro que sí. Cuenta, cuenta.
- Bueno... escogí publicidad en la Manchester’s College y ya estoy en segundo. Lo he aprobado todo con dos sobresalientes y como regalo de cumpleaños y de fin de curso, me regalaron este viaje. El destino lo elegí yo. Me llamaba la atención.
- Y de novios... ¿qué tal vas? – preguntó arqueando las cejas.
- Buéh... estuve con Andrew hasta mayo; dos meses. Le dejé porque éramos prácticamente más amigos que novios, así que... Aunque cuando rompimos, me estuvo dando el coñazo para fastidiar, hasta hace poco, que se dio por vencido...¿y tú? – la pregunté, aunque se quedó pensativa un rato. Al momento pasó de estado de reflexión a la pura sorpresa:
- A... Andrew...¿el de...?
- Sí, el mismo.
Abrió la boca aún más y pegó un grito.
- ¡Pero si estaba buenísimo! ¡Qué tía, chaval!
- No es para tanto... – dije riendo.
- ¡Sí que lo es! ¡Wow!
- ¿Y tú con los chicos? Que no me has respondido, pillina.
- Bueno, más que novios, tengo líos. Soy MUY indecisa con los chicos.
- Por lo menos tienes más éxito que yo. – admití. Aunque, cuando iba a fiestas y estaba soltera, a veces me liaba con alguno; o por el exceso de alcohol, o porque me apetecía, pero eso ya me lo guardaba para mí.
- Eso habría que verlo.- rió.
Al cabo de un rato, me senté, me ofreció una copa, pero lo rechacé; ya había bebido suficiente por hoy, y no quería pasar la mañana del día siguiente en la cama por la resaca.
Cuando pasó cierto tiempo en silencio, preguntó:
- Y...¿no hay nadie que te guste ahora?
Me hice la tonta y luego puse cara despistada.
- ¿A mí? No, por ahora no hay nadie que...
- Ya, eh... –dijo interrumpiéndome – Mira, te digo lo mismo que cuando íbamos juntas a clase: Mientes muy mal – dijo recalcando el ‘Muy’.
- Está bien – me rendí.- Me gusta un chico desde el martes, que conocí ese mismo día.
- ¡Ey! Pero de eso hace... ¿3 días?
- Sí... bueno, no sé exactamente, porque prácticamente he perdido la noción de los días. En fin... vino conmigo en el autobús y es encantador, y muy guapo. Me propuso quedar esta noche.
- Madre mía, ¿antes de llegar a LV ya arrasas?
- Sí, bueno... – dije antes de soltar una carcajada silenciosa.- Mañana vendrán a tomar algo, si no te importa.- Le dije con cierto tono de súplica.
- Pues claro que no, pero...- se extrañó durante un momento - ¿has dicho vendrán?- remarcó la N.
- Sí, Ryan, que es el chico en cuestión, y Brendon, su amigo. – Ella se alegró al oír el otro nombre masculino.
- Y... ese tal Brendon, ¿está bien?
- Sí, le conocí hoy; es muy atractivo, pero no es mi tipo. Aunque, conociéndote...
- ¡Será el mío! – dijo dando brinquitos al más puro estilo teenie.
- Desde luego no has cambiado nada. Sigues igual de posesiva- dije añadiendo un pequeño suspiro.
Ella se rió escandalosamente y nos fundimos en un abrazo.
- Te he echado mucho de menos – le confesé.
- Y yo a ti. Hacer amigos aquí ha costado lo suyo. Ya te presentaré a mis colegas.
- ¡Bien! – ya dejaría de ser una solitaria turista.- Bueno, voy a irme a dormir que a este paso mañana no seré persona. – Vi asintió.
- Tienes que estar agotada del viaje. ¡Buenas noches!
- Hasta mañana.- Dije pasando a mi habitación por el pasillo. Vi como ella le daba un último trago del vaso y apagaba el reproductor de música.
Abrí la puerta de mi cuarto, me quité la ropa y, en ropa interior, me metí en la cama. Sonreí de nuevo al ver el post it de Vi.
A partir de ahí, sólo recuerdo que caí en la cama y no me moví hasta que me sonó el despertador del móvil la mañana siguiente.
lunes, 28 de septiembre de 2009
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