lunes, 28 de septiembre de 2009

*Capítulo 3: Chemicals react

*Capítulo 3: Chemicals react

Ryan se me quedó mirando con una gran sonrisa. Yo parpadeé varias veces, insegura de lo que acababa de ver y oír.
- Sí, claro. Puedes sentarte.
- Muchas gracias, pensaba que me iba a quedar sin asiento.
- Nada – y volví a bajar la vista a la página.
- No me has dicho tu nombre – recalcó el tal Ryan
- Oh, lo siento. Yo soy Jazzie. Encantada. – y nos dimos la mano.
- Igualmente, Jazz. Te puedo llamar Jazz, ¿no? – se sentó delante de mí.
- Mientras no me llames Jasmine, estoy de acuerdo.
- Entendido.
Bajé de nuevo la mirada hacia el libro. Él no decía nada. A veces carraspeaba, como para demostrarme que seguía allí. Pasaron cinco minutos y llegó la camarera. Vaya, qué rapidez. Se quedó mirando a Ryan:
- ¿Quieres tomar algo?
- Eh... bueno; ponme una coca-cola y una ensalada, por favor.
- En seguida- dijo la muchacha apuntándolo con trazos rápidos en la libreta llena de tachones. Al momento, se marchó.
- ¿Quieres algo? – Le pregunté señalándole mi sándwich y patatas, ofreciéndole. Negó con la cabeza.
- No, muchas gracias. Voy a esperara que llegue la ensalada. Además, no tengo mucho hambre – sonrió- , es más, no suelo tenerlo – ésta vez soltó una risa nerviosa.
- Ah, vale- y empecé a comer.
- Si no te importa que te lo pregunte... ¿de dónde eres? Tienes un acento extraño. No eres de por aquí ¿verdad? – me preguntó.
- No, la verdad es que no – dije soltando un cacho de sándwich en el plato y limpiándome cuidadosamente con la servilleta. – Vengo de Inglaterra, cerca de Macclesfield, que está al lado de Manchester.
- Oh, interesante. Muy interesante – dijo con tono enigmático.
- ¿Y tú de donde eres? – La curiosidad me pudo.
- Vivo en Las Vegas, donde también nací.
- Justo adonde me dirijo – Sonreí. La única vez que sonreía en todo este día. Flipante. Ryan rió.
- Yo también. – dijo mirándome a los ojos.

Vaya mirada; la aguanté durante unos segundos y en seguida la bajé al plato, retomando la cena. Cuando llegó la camarera con su comida, yo casi había acabado. Él parecía no tener mucho hambre, tal como decía. Eso demostraba su aspecto frágil y cuerpo muy delgado.
La dejó a la mitad.
- No tengo hambre – se excusó.
- No, si ya...

Tras unos minutos de silencio, habló de nuevo con una nueva pregunta:
- Espero no parecer cotilla... ¿y cómo es que una chica de Macclesfield ha llegado a parar al oeste americano?
- Quería cambiar, salir de allí... estaré un mes o así por aquí.
- Ah, eso estaría bien. Pero en un mes sólo no vas a poder disfrutar de todas las ventajas de Las Vegas.
- Bueno, quedé con mi madre en que si me gustaba, podía quedarme hasta finales de agosto o primeros de septiembre como mucho. A mediados empiezo la universidad.
- Eso estaría bien – sonrió – Y ¿qué estudias?
- No sabía qué elegir, pero al final escogí publicidad y relaciones públicas.
- Ah, interesante.
- ¿Y tú? ¿Estudias?
- No. Tengo un grupo con unos colegas, yo soy el guitarrista. Trabajo de martes a viernes media jornada en el almacén de CDs y vinilos que está cerca de donde vivo. Tengo vacaciones hasta septiembre desde la semana pasada.
- ¿Sí? ¿y qué tal os va con el grupo?
- Bueno, en el barrio de Spencer, nuestro batería, nos conocen de oírnos tocar en su garaje. A veces tocamos en algunas salitas, y cada otoño actuamos un sábado en el casino “Sam’s town”, que nos tienen fichados como banda revelación desde hace dos años.
- Oh vaya, qué guay.
- Sí, bueno – rió- no siempre es tan guay. Nos queremos dar a conocer poco a poco.
- Mejor – concluí.
Llegó la camarera con la cuenta, pedimos los dos un café, y tras un cuarto de hora charlando relajadamente, el conductor nos avisó para que fuéramos entrando al autobús.
- Oye – saltó Ryan aún de camino- ¿Te importaría si me siento a tu lado?
- No; no, claro que no.
- Estupendo – dijo con una gran sonrisa- es que odio estar solo.
- Vale. Yo me pondré al lado de la ventana, si no te importa. Por si me mareo.
- Oh, no hay problema. Yo tengo que montar unos vídeos y pasar algunas canciones al portátil. Espero que no te moleste.
- Claro que no. Yo sacaré el libro hasta que me duerma.
- Tranquila, te dejaré dormir. Lo prometo
Fuimos entrando en el vehículo. Subí a mi anterior asiento y me sentí extraña cuando el chico de las gafas de sol, ahora sin ellas, se sentó a unos pocos centímetros de mí.

* * *

Eran las nueve y media cuando entramos. Pasaron horas y horas mientras hablábamos, y Ryan cada vez me caía mejor. En menos de 24 horas (mucho menos) había entrado como un completo desconocido y ahora... allí estábamos: hablando, riendo... los otros viajeros se giraban para ver qué era lo que me hacía reír de esa forma. Yo, con una mano tapándome la boca mientras me reía (ahora silenciosamente) y Ryan, con cara triunfal y avergonzada a la vez mientras pensaba otro chiste. Los ancianos nos miraron con cara de repulsión; la mujer, con nostalgia; y su hijo, con una pequeña sonrisa que demostraba tal vez que echaba de menos a sus amigos.
A las doce ya estaban todos dormidos, así que bajamos el tono de voz.
- Mira, - me dijo- ponte los auriculares.
- A ver... – comenté mientras hacía lo que me había dicho.
- Es una canción de mi grupo. La he compuesto yo. Se llama ‘She had the World’, pero es aún una demo.
Sonó una melodía agradable, con una introducción hecha con una especie de clavicordio y sonó una voz masculina más fuerte que la de Ryan... luego se le oyó a éste: “I don’t love you I’m just passing the time... you could love me if I knew how to lie. But who could love me, I’m out of my mind...”
La letra me gustó mucho.
- Vaya Ryan, qué bien compones.
- Bueno, no es para tanto... sale sólo. La compuse hace unas semanas, le buscamos música y lo grabamos hace unos días con la cámara de vídeo.
Ya cerca de las dos, no podía más y me dormí. Él tenía ojeras cuando cerré los ojos, y parecía querer trabajar en el vídeo toda la noche.
No sé si se enteró de que me había dormido.

No hay comentarios: