lunes, 28 de septiembre de 2009

*Capítulo 7: Do you know what I’m seeing?

*Capítulo 7: Do you know what I’m seeing?

Me desperté a las once de la mañana; me desperecé y subí la persiana, pero no mucho, puesto que estaba en sujetador y bragas. Me vestí con unos pantalones pirata y camiseta de Guns n’ Roses. Recogí mi pelo con una cinta, dejándome el flequillo en su sitio.
Salí de mi habitación para dirigirme a la cocina y llenar un poco mi estómago; vacío, pero poco fan de los desayunos, sean copiosos o simplemente una barra de cereales; no podía.
Vi estaba sopa en el sofá, respirando profundamente. Cogí una taza y fui echando en ella leche y café soluble que encontré por ahí. Tras meterlo en el microondas, le eché unas cucharadas de azúcar y me senté en la terraza a tomármelo. Veía perfectamente a la gente por la calle cuando saltó la incógnita del día: ¿Qué cojones iba a hacer hoy?
Era viernes; al final, me decidí por coger el metro, pararme en la estación que más me llamara la atención (por lo que fuera, soy así de rara), y volvería a la hora de comer. Luego me ducharía y llamaría a RyRo (sí, me había dado su móvil). Hale, por fin ya tenía planes para hoy; perfecto.
Dejé la taza vacía en el lavavajillas y fui a cepillarme los dientes; luego me puse las deportivas, cogí el bolso y salí con cuidado para no despertar a la Bella Durmiente que soñaba en el sofá apaciblemente.
Salí del apartamento y saqué mi mapa del bolso para mirar dónde estaba la estación de metro más cercana.
Dos calles más para adelante, allí estaba.
No había mucha gente, así que bajé las escaleras y me compré un billete de ida y vuelta.
Cuando miré las estaciones, decidí bajarme en Paradise, a una parada de la mía, East Las Vegas.
Bajé del vagón unos trece minutos después, y me encontré con un aluvión de gente que iba y venía, ya que, además de ser el barrio más poblado de la ciudad, el aeropuerto estaba cerca. No había visto tantos hoteles juntos. El Caesars Palace se alzaba imponente, mostrando sus columnas pseudo romanas, aunque su máximo esplendor sería por la noche, claro. Los músicos callejeros saludaban a la gente mientras tocaban sus piezas. Tampoco había estado en un lugar en el que la gente se parara tanto para darles la calderilla que tuvieran a mano.
La mañana se me pasó volando, sobre todo cuando el número de Vi apareció en la pantalla de mi móvil a la una.
- Hola... –dijo con voz de recién levantada- Oye... tú, ¿dónde estás?
- Estoy en Paradise. Te lo habría dicho, pero estabas tan dormida...
- Lo siento, es que soy así de dormilona.
- Lo sé de sobra. –reí
- Cierto.
- Voy para allá, ¿OK?
- Oh, no te preocupes, si como me acabo de levantar, no hay prisa para comer.
- Que sí, que sí; que además tengo que ducharme y llamar a Ryan
- Ah, es verdad.- Noté su cambio de voz; de ronca a cantarina.- Nos vemos.
- Ciao- dije antes de colgar.

Cogí el metro de nuevo y, mientras iba avanzando, observaba a la gente tan peculiar que había, nada que ver con la oscura Macclesfield.
Llegué justo a la hora de la comida; saqué las llaves y, al momento, ya estaba en nuestra planta.
En el salón estaba Vi comiendo patatas fritas mientras veía las noticias (cómo no, sin prestar atención).
- Hola – saludé.
- Ey – dijo ella.- Oye, voy a hacer algo de pasta para comer, ¿te parece bien?
- Claro; ¿te ayudo?
- No, si ya está hecho, sólo hace falta dejar que se enfríe un poco y lo sirvo.
- Ah, bueno, vale. Ya sabes, para lo que sea, avisa. Después de comer me ducharé e iré a comprar algo para beber esta noche, que al parecer anoche te lo acabaste todo.- Bromeé.

Las dos reímos.
- ¿Qué quieres? ¿Ponerte pedo para liarte con Ryan?
- No, no. Qué dices. – dije, apartando la mirada.- Aún es pronto para decírselo, se creerá que a la mínima ya me gusta... así que, como mínimo, hasta la semana que viene.
- Joder, cómo aguantarás tanto. Si a mí me mola un tío, me lío con él incluso la misma noche que lo conozco, qué cojones.
- Vaya cacho de putilla estás hecha, por lo que veo – dije poniendo la mesa.
- Oh, puta no. Sólo un poco impaciente. – Se justificó.
- Será eso.- Admití finalmente.

Fuimos calentando los espaguetis y echando salsa en ellos. Comimos lentamente en silencio. Cuando acabamos, metimos los platos, vasos y cubiertos al lavavajillas y miré el reloj; eran las tres. Lo reconozco, estaba muy nerviosa, ansiosa por verle. Vi parecía impaciente por conocer a Brendon (según ella no ligaba desde hacía unos meses, una eternidad para ella).
Escogí mi ropa para la tarde, los mismos pantalones y una camiseta un poco más formal.
Después de elegir la ropa, me metí en la bañera con el corazón latiéndome a mil por hora.
Rápida y fría, la ducha acabó a los cinco minutos de haberme metido en ella.
Me vestí rápidamente, y, tras jugar un rato con la PSP que me había traído para el viaje, me dispuse a bajar a la calle después de saber que la tienda de ultramarinos de al lado estaba ya abierta.
- ¿Qué compro? – pregunté antes de bajar.
- Pues no mucho. Vamos, yo creo que con whisky, ginebra y con un poco de vodka...
- ¡Hala, la otra!
- Así ya tenemos para estas semanas – dijo riendo mientras cogía una revista de uno de los cajones.
- Ah, vale, como quieras. Bueno, me bajo.
- No tardes mucho.
- Ya, tranqui.

Una vez en la calle, noté que alguien llamaba a nuestro portal, pero por no darme la vuelta, seguí andando hasta unos números más abajo.
Tardé diez minutos en escoger las bebidas y todo eso, comprar marcas, precios...
Salí de allí con la bolsa y fui directa a casa, pues tenía que llamar a Ry.
Subí con ritmo acelerado las escaleras, provocando un sonido de choque entre cristales de las botellas.
Entonces abrí la puerta, y... la bolsa casi se me cae al suelo. Mis ojos estaban a punto de salirse de sus órbitas, y mi boca se abrió hasta dejar paso a una cara de sorpresa en toda regla.
¿Qué por qué esta repentina sorpresa?
No ves todos los días a tu mejor amiga (con la cual te reencontraste ayer) tirándose al mejor amigo del tío que te gusta en el salón de tu piso compartido (casualmente) con ella.
Pararon de repente, y se volvieron lentamente hacia mí, aún en shock, cómo no. Brendon cogía las piernas de Vi aún cuando ella me miró con cara de horror.

- Oh... ¡Jazz! Lo... lo siento. Pensé que ibas a tardar más. – Se disculpó Vi apartándose de Brendon, mientras éste se ponía los boxers, aún con la cara colorada.
- No... no te preocupes; creo... creo que voy a bajar al parque a abrirme la botella de vodka y respirar...
- Oh, no; parecerás una yonqui. Quédate.
- Es que... os he dejado a medias. – Entonces Brendon rió mientras se tapaba la entrepierna con las manos. Llevaba gafas y se había dejado un poco de perilla. – Voy a bajar a tomar un poco el aire- y añadí en un susurro:- qué heavy, colega.

Allí se quedaron los dos, sentados cada uno en un rincón del sofá, con la cara al rojo vivo, semidesnudos y mirada ausente.
Pero sé que cuando cerré la puerta para irme, se miraron y levantaron del sofá. Les vi de reojo.
Al final bajé sin botella, pero sólo quería salir del shock. ¿Se conocían? ¿Cómo había entrado Brendon? Me senté en un banco cercano; sabía que habían vuelto a las andadas, aunque esta vez sabía que no lo harían en el salón; más les valdría haber aprendido la lección...
Pasó un cuarto de hora; ya eran más de las cinco. A ver si acababan y podía llamar a Ryan de una vez.
De modo que subí de nuevo al piso; se oían ruidos desde la habitación de Vi y no pude evitar reírme. Puse ‘FuseTV’ y disfruté de Metallica durante media hora como si fuera una pequeña metalera.
Cuando James cantaba intensamente ‘Master of puppets’, una de mis canciones favoritas, y yo hacía los coros (‘Master! Master!’), Brendon apareció por el pasillo, sin camiseta, despeinado, y esta vez, sin gafas.
- Eh... hola – saludó, interrumpiendo a Kirk Hammett en su solo.
- Ah, hola.
- Oye, siento mucho lo de antes. No sé qué pensarás ahora de mí...
- Nada. Es algo normal, hombre... lo que pasa es que no pensasteis que el sofá está justo en frente de la puerta de entrada.
- Ya – rió.- Pero no nos dio tiempo a pensar.
- Joder, qué precoces, tío. Me ha costado salir del shock.
- ¿Cómo es eso?
- Es que ella es mi mejor amiga, ¿no te lo contó?- el negó con la cabeza... A ver, Jazz, ¿Cómo van a contarse su vida si hace media hora que se conocen y además esa media hora les ha servido para... conocerse más... ‘a fondo’?- Bueno, pues hacía dos años que no la veía; me reencontré con ella ayer, y de repente, me la encuentro esta tarde, que, Oh inocente de mí, volvía de comprar la bebida para hoy, retozando contigo, que te conocí ayer, en el sofá de nuestro piso compartido.

Brendon palideció. No pude más y estallé en carcajadas.
- Me ha quedado demasiado... dramático; tiene gracia.
- Esto parece un culebrón hispano...
- ¿Llamo a Ry?- pregunté al fin.
- Vale, Violet se está vistiendo.
- OK. – Me levanté a coger el móvil y busqué su nombre en la agenda. Ahí estaba. Llamé... el pitido duró pocos segundos. -¿Ryan? Sí, hola. Soy Jazz; sí, Bren está aquí. Ajá, normal que no te cogiera el móvil- dije girándome hacia Brendon, que bajó la mirada con una sonrisita.- No no, no ha pasado nada... Oye, que puedes venir cuando quieras. No, no hace falta, encargaremos unas pizzas o algo. Hasta ahora.- colgó.- Listo, ya viene para acá.

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